Actualmente, estamos inmersos en un conflicto que trasciende el ámbito militar o industrial. Es una batalla por la conciencia, una lucha inadvertida por muchos. Vivimos en una era de saturación informativa, donde discernir entre la realidad y la ficción se vuelve cada vez más complejo.
¿Educación o adoctrinamiento?
Crédito de imagen: depositphotos.com
Si investigamos a las editoriales que producen los libros de texto escolares, podríamos descubrir intereses ocultos en su contenido. Por ejemplo, se menciona que Prescott Bush, el abuelo de George W. Bush, fue detenido por financiar a ambos lados en la Segunda Guerra Mundial, pero esta información rara vez se encuentra en los currículos escolares. La razón podría ser que el conocimiento de tales hechos hubiera afectado la carrera política de sus descendientes.
A menudo se enseña que Cristóbal Colón “descubrió” América, a pesar de que ya estaba habitada.
Es cierto que algunas enseñanzas escolares son fidedignas, como las matemáticas, la música y ciertas ciencias, pero muchos aspectos de nuestra historia real se mantienen ocultos por motivos de control y conformismo.
En cuanto a los combustibles fósiles, hay historias no contadas, como la del inventor Stanley Meyer, quien en los años 80 desarrolló un coche que funcionaba con agua. Rechazó una gran oferta por su patente porque quería que su invento beneficiara al público. Desafortunadamente, falleció en circunstancias sospechosas y su descubrimiento quedó en la sombra. Los sistemas educativos no suelen destacar a inventores como Meyer, ni fomentan la exploración de energías alternativas.
A los niños se les pregunta a menudo:
“¿Qué quieres ser cuando seas grande?”.
Esto puede llevar a respuestas condicionadas hacia roles económicos tradicionales, en lugar de lo que realmente desean hacer.
Una pregunta más reveladora sería:
“Si el dinero no existiera, ¿qué te gustaría hacer con tu vida”.
Probablemente, el estudiante de secundaria que trabaja como freidor de patatas no elegiría seguir en ese trabajo en una cadena de comida rápida.
Artefactos fuera de lugar
Existen incontables “artefactos anacrónicos” o ooparts que sugieren una presencia humana en la Tierra mucho más antigua de lo que indican las teorías evolutivas y las escrituras bíblicas. No obstante, este tipo de hallazgos rara vez son objeto de estudio en el ámbito educativo secundario o universitario, ya que podrían desafiar las bases de numerosas doctrinas religiosas.
Un caso destacado es el de una moneda de bronce descubierta en Illinois, con una antigüedad estimada de 200.000 años, encontrada a 34 metros de profundidad cerca de Chillicothe. El Servicio Geológico del Estado de Illinois data los estratos donde se halló la moneda entre 200.000 y 400.000 años.
La divulgación de nuestra auténtica historia podría obligar a una revisión completa de los libros de historia, poniendo en entredicho la competencia de quienes han enseñado esta materia y desafiando las creencias religiosas establecidas. Por ello, puede resultar más conveniente para algunos mantener oculta la verdad que enfrentarse a la posibilidad de haber estado equivocados.
En el Principio… estaban la Religión y el Gobierno
Crédito de imagen: depositphotos.com
Es evidente que ciertas enseñanzas religiosas han sido cuestionadas por presentar verdades a medias o inexactitudes desde sus inicios. La narrativa bíblica cristiana relata que Dios creó a Adán y Eva y les instó a procrear. Bajo esta lógica, todos descenderíamos de un acto de consanguinidad.
La existencia de cuatro grupos sanguíneos principales (A, B, AB y O) y dos factores Rh (positivo y negativo) plantea un desafío a la idea de una única pareja progenitora. La aceptación general de esta premisa sin indagar en los orígenes humanos es un fenómeno curioso.
La cronología bíblica sitúa la creación aproximadamente hace 6.000 años. Si tomamos esto como referencia, surgiría un conflicto con la evidencia fósil que data de períodos mucho más antiguos.
El versículo de Génesis 1:26 menciona: “Hagamos al hombre a nuestra imagen…”. La interpretación de “nosotros” y “nuestra” ha generado diversas teorías, incluso antes de la conceptualización del “hijo” en la doctrina cristiana.
El relato de Noé y su arca, que supuestamente albergó parejas de todas las especies animales, también plantea interrogantes logísticos, especialmente en cuanto a especies no nativas de Oriente Medio.
Es complicado para muchos aceptar que tanto instituciones religiosas como gubernamentales puedan tergiversar la verdad para alcanzar sus metas. Por ejemplo, algunos líderes eclesiásticos han reconocido que conceptos como el infierno pueden ser simbólicos.
En el ámbito político, el incendio del Reichstag por parte de Hitler, que luego fue atribuido a los comunistas para justificar una guerra, es un ejemplo de manipulación gubernamental. Algunos creen que eventos como el 11-S siguieron un patrón similar.
Cuanto más se investiga, más se percibe que la religión y el gobierno pueden tener intereses comunes en mantener el control sobre la población, promoviendo la sumisión y la conformidad en lugar de la reflexión crítica y el cuestionamiento de las narrativas oficiales.
La “programación” televisiva literal
Muchas personas tienden a creer que si un presentador en un canal de noticias oficial afirma algo, entonces debe ser cierto. Un ex agente de la CIA reconoció que las noticias han sido manipuladas durante años para moldear la opinión pública.
Los programas televisivos actuales son tan triviales o desgastantes mentalmente que sería preferible evitar la televisión por completo. Los comerciales, por su parte, promueven un consumismo innecesario, alimentos ultraprocesados y fármacos que solo ofrecen soluciones temporales sin abordar las causas subyacentes de los problemas de salud.
Crédito de imagen: depositphotos.com
Los personajes famosos que promocionan productos terminan sugiriéndonos, de forma subliminal, que no alcanzamos ciertos estándares de belleza y que nuestras vidas mejorarían significativamente si nos pareciéramos a ellos.
Esa es la programación DIRECTA que absorbemos al consumir contenido televisivo, y aún así, millones eligen esta vía en lugar de enriquecerse personalmente con un pasatiempo o contribuyendo a la sociedad con alguna creación beneficiosa.
Aquellos en posiciones de autoridad prefieren que la población se mantenga ocupada con distracciones, sin tiempo para ejercer un pensamiento crítico o independiente, más allá de los resultados deportivos recientes o los avatares de los concursos televisivos.
¿Dónde está la verdad y a quién debo creer?
Para aquellos que pasan demasiado tiempo frente al televisor: Recuerda que cada jornada que transcurre sin esfuerzos por mejorarte representa una oportunidad perdida de crecimiento físico, mental y espiritual.
Lamentablemente, muchos prefieren defender el sistema que nos ha relegado a ser meros peones económicos, en lugar de concebir una realidad exenta de dinero, gobiernos o credos religiosos.
Se atribuye a Einstein la frase: “La definición de la locura es hacer lo mismo repetidamente y esperar resultados distintos”. Esto evoca el proceso electoral, donde las opciones se limitan al mal menor… y el resultado invariablemente es adverso.
La verdad está al alcance de quien la busca con ahínco, pero son pocos los dispuestos a invertir el tiempo necesario. Son los mismos que se conforman con consumir entre tres y cinco horas diarias de televisión.
En definitiva, ejerce tu juicio crítico al investigar cualquier asunto. Si tu intuición señala que algo no está bien, indaga por tu cuenta, consulta estudios y análisis rigurosos. No te dejes influenciar por aquellos que proclaman poseer la verdad absoluta.
Las respuestas siempre están al alcance, ya sea mediante vivencias propias o ajenas. Mantén una mente receptiva ante la información que encuentres en tu búsqueda y proseguirás en el sendero hacia el entendimiento pleno.
El asedio a tu consciencia solo prevalecerá si tú lo permites. Cuestionalo todo.
Autor
Más historias
Descubierto el Cráneo de Buda en el interior de un Tesoro Perdido ?
La misteriosa estructura submarina: un vínculo fascinante con la leyenda de Platón
Proyecto mannequin