Foto: ESO/M
Recientemente, un grupo de astrónomos descubrió una enorme corriente de estrellas en el espacio que fluye entre galaxias. Puedes imaginar esto como un río o incluso como un enorme canal de estrellas que atraviesa el espacio exterior. Si Pitágoras y Platón hubieran visto este sistema, habrían derramado lágrimas.
La longitud de la corriente descubierta es sencillamente megacolosal: 1,6 millones de años luz. Esto es más de 10 veces mayor que el diámetro de nuestra galaxia natal, la Vía Láctea. Por supuesto, con tal escala, esta corriente intergaláctica de estrellas puede considerarse verdaderamente gigantesca.
Para que sea más fácil darse cuenta de su tamaño, veamos ejemplos más pequeños. Tomemos, por ejemplo, la distancia entre la Tierra y la Luna: unos 384 mil kilómetros. Cualquier asociación con algo familiar siempre hace que sea más fácil percibir enormes números cósmicos. Entonces, si sumamos 700 mil distancias de la Tierra a la Luna, obtenemos la longitud aproximada de esta asombrosa corriente estelar.
Ubicado en un cúmulo de galaxias llamado Coma Berenices
Este cúmulo se encuentra aproximadamente a 300 millones de años luz de nosotros. Es decir, su luz viaja hasta nosotros durante 300 millones de años. Este cúmulo contiene muchas galaxias, hasta varios miles. Pero lo importante es que la corriente estelar gigante en sí no pertenece a ninguna galaxia, sino que simplemente fluye en el espacio intergaláctico.
¿Cómo pudieron los científicos ver una estructura estelar tan distante y sutil?
Todo empezó con las observaciones del astrónomo aficionado Michael Rich de California. Con su pequeño telescopio de aficionado de 70 centímetros de diámetro realizó otra exploración del espacio y llamó la atención sobre una zona inusual en la constelación de Coma Berenice.
Después de esto, los astrónomos profesionales apuntaron en la misma dirección con un telescopio mucho más grande de 4,2 metros. Gracias a su gran colección de luz, fue posible obtener fotografías detalladas de un cúmulo de galaxias distante. Y sobre ellos surgió claramente una neblina fina, casi transparente: se trataba de una gigantesca corriente intergaláctica de estrellas.
¿Por qué este descubrimiento es tan significativo?
En primer lugar, nunca antes se había encontrado una corriente estelar intergaláctica de este tamaño. Y en segundo lugar, es sorprendente que una estructura tan vulnerable y frágil pueda existir en las condiciones bastante agresivas del entorno intergaláctico. Después de todo, está lleno de galaxias que se mueven, giran y su poderoso campo gravitacional podría romper ese flujo.
Sin embargo, los científicos dicen que la existencia de corrientes intergalácticas gigantes de estrellas encaja bien con las teorías y modelos científicos. Esto significa que en el futuro nos esperan descubrimientos similares.
El hecho es que la naturaleza y las propiedades de la llamada “materia oscura” siguen siendo en gran parte desconocidas. Mientras tanto, según los cálculos de los científicos, la materia oscura constituye aproximadamente el 85% de la masa total del Universo. La materia ordinaria (estrellas, planetas, gas, polvo) es sólo la “punta del iceberg”.
Por tanto, uno de los misterios fundamentales de la ciencia moderna es ¿qué es exactamente esta materia oscura ¿Cuáles son sus propiedades, cómo se distribuye en el espacio y cómo interactúa con la materia ordinaria
Y aquí es donde gigantescas corrientes intergalácticas de estrellas, como la recién descubierta, pueden acudir al rescate. El hecho es que la gravedad de la materia oscura afecta el movimiento de las estrellas en tales flujos. Esto significa que al observar este movimiento, los científicos podrán comprender mejor la distribución y concentración de la materia oscura.
Imaginemos un enorme flujo cósmico en el que miles de millones de estrellas, como pequeños tapones en un río, corren por el espacio a velocidades de cientos de kilómetros por segundo. Al mismo tiempo, su movimiento se ve afectado no sólo por la gravedad de otras estrellas, sino también por la gravedad de cúmulos invisibles de materia oscura.
Al analizar las trayectorias de las estrellas individuales, la velocidad de su movimiento, aceleración y desaceleración, los científicos parecen «tantear» la ubicación y la densidad de estos cúmulos. Imagine a una persona ciega tratando de comprender la forma de una habitación estudiando los ecos (el reflejo de los sonidos en las paredes). Casi lo mismo, sólo que mucho más complicado, es la forma en que trabajan los astrofísicos.
Además de la materia oscura, la gravedad de las corrientes estelares intergalácticas arroja luz sobre otros misterios cósmicos. Por ejemplo, ayuda a estimar con mayor precisión las distancias entre galaxias y la tasa de expansión del Universo.
Por lo tanto, el descubrimiento de estos “ríos cósmicos” únicos será sin duda de gran ayuda para los científicos a la hora de comprender los secretos fundamentales de nuestro maravilloso mundo.
El origen de esta corriente estelar intergaláctica gigante que bate récords sigue siendo un misterio para los científicos.
Música de esferas
Los antiguos estaban convencidos de que las luminarias, moviéndose en sus órbitas, creaban un sonido o tono musical especial para cada planeta. El matemático y visionario griego Pitágoras afirmó que escuchó esta música de las esferas directamente, con sus oídos.
En aquel entonces había siete planetas conocidos (el Sol y la Luna también eran considerados planetas). Pitágoras desarrolló el primer sistema musical del mundo, que consta de siete notas. Así, en la serie do-re-mi-fa-sol-la-si, cada nota corresponde a un planeta.
Pero a medida que se acumuló conocimiento sobre las órbitas reales, quedó claro que el sistema solar no encaja en las matemáticas exactas. Los astrónomos, sin embargo, continuaron obstinadamente buscando patrones. En el siglo XVII, Kepler notó que las órbitas parecían estar inscritas en una secuencia de poliedros platónicos regulares: tetraedro, hexaedro (en términos generales, un cubo), octaedro, dodecaedro e icosaedro. Pero no encajaban exactamente.
Mucho más tarde, Bode y Titius notaron un patrón simple en la disposición de las órbitas: cada órbita posterior es aproximadamente el doble de grande que la anterior. Sin embargo, según esta regla debería haber un planeta entre Marte y Júpiter, pero no lo hay, sino un cinturón de asteroides.
Entonces, hay un cierto modelo ideal, susurrado a Pitágoras por el mismo Cielo, hay un sistema solar real, no del todo musical, y ahora ha aparecido otro sistema planetario, y ahora es ideal. El ideal existe.
Hay varias teorías interesantes.
La primera hipótesis afirma que una vez dos galaxias chocaron en esta región del espacio. Su poderosa interacción gravitacional pareció «sacudir» parte de la población estelar de estas galaxias al espacio circundante, formando una «cola» estelar gigante.
Sin embargo, otros científicos cuestionan esta versión. Después de todo, para “expulsar” tantas estrellas, la energía de una colisión galáctica no sería suficiente.
Por lo tanto, existe otra hipótesis: que esta enorme corriente estelar sea en realidad parte de una estructura aún mayor que alguna vez unió dos galaxias o incluso dos cúmulos de galaxias. Con el tiempo, esta estructura se rompió bajo la influencia de la gravedad y parte del puente estelar quedó a la deriva en el espacio como una corriente gigante.
Finalmente, según nuestro entendimiento humano, apareció una versión completamente surrealista: que esta corriente de estrellas es en realidad un rastro del paso de una nave extraterrestre del tamaño de una galaxia.
Dicen que algunas supercivilizaciones necesitaban estrellas adicionales (por ejemplo, para construir un nuevo planeta), por lo que las «tomaron prestadas» de este cúmulo de galaxias hace miles de millones de años.
Aunque la última hipótesis parece más de ciencia ficción, la solución a este misterio cósmico aún está por llegar. Por otro lado, cuando ves algo fluido y verificado, es señal de inteligencia, ¿no?
Otros generalmente decidieron que en este sistema estamos observando «el plan de Dios», algún modelo ideal a partir del cual el Creador produjo otros sistemas planetarios. Esta versión parece más lógica, aunque sólo sea porque es imposible de verificar. Y, por supuesto, un fuerte argumento a favor es que el sistema planetario real está hecho exactamente de acuerdo con los «planos» recibidos por los pensadores antiguos en la revelación.
Entonces, ante nosotros hay otro misterio del espacio que no será revelado pronto. Observar planetas alrededor de otras estrellas es increíblemente difícil. Los “vemos” cuando cubren su estrella, y entendemos la masa por las insignificantes vibraciones de la propia estrella alrededor del centro de masa común al sistema. No podemos ver directamente estos planetas a través de un telescopio y mucho menos fotografiar sus superficies. Así que estamos al comienzo de un largo viaje de conocimiento, quizás el mayor secreto del universo.
Esperemos que futuras observaciones e investigaciones ayuden a los científicos a determinar el verdadero origen de la corriente estelar intergaláctica más extensa hasta la fecha. Mientras tanto, hay lugar para las hipótesis y conjeturas científicas más atrevidas.
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