El miedo se apoderó de él mientras miraba el platillo debajo de su avión, sintiendo una sacudida que resonó en todo el avión. El pánico se apoderó de él cuando se dio cuenta de que su avión ya no estaba bajo su control.
El yugo se movió por voluntad propia y el avión ascendió a 3.000 metros, peligrosamente cerca de su techo. Si subiera más, se detendría, provocando una pérdida de control catastrófica.
Mientras el avión continuaba ascendiendo, De Los Santos se dio cuenta de que una fuerza invisible, aparentemente emanando de los ovnis, había tomado el mando de su avión. Sus intentos de recuperar el control fueron en vano.
Llamadas desesperadas de auxilio llenaron las ondas mientras informaba de la presencia de objetos no identificados en las puntas de sus alas y debajo, mientras se precipitaba hacia un terreno montañoso.
De repente, como si respondieran a alguna enigmática coreografía cósmica, los tres fenómenos aéreos no identificados (UAP) se desconectaron de su avión y se desviaron hacia el volcán Pobakatta Pedal a velocidades asombrosas. Carlos recuperó el control de su avión, pero el calvario estaba lejos de terminar. El impacto de uno de los objetos había dejado inoperativo su tren de aterrizaje.
En una notable muestra de coraje e ingenio, De Los Santos dio la vuelta al aeropuerto unas diez veces, recurriendo a un destornillador para soltar manualmente el tren de aterrizaje. Su aterrizaje triunfal fue nada menos que milagroso.
Sin embargo, la historia dio otro giro intrigante. La reputación y la carrera del piloto podrían haber estado en ruinas si no fuera por el testimonio corroborante del Control de Tráfico Aéreo de México, que también había rastreado estos objetos inexplicables. En México, esta historia se convirtió en un titular sensacionalista, aunque permaneció relativamente oscura en Estados Unidos.
Sin embargo, la intriga no terminó con el exitoso aterrizaje. Años más tarde, Carlos De Los Santos reveló que se le habían acercado dos veces figuras misteriosas, a menudo denominadas “hombres de negro”, quienes le advirtieron severamente que guardara silencio sobre su extraordinaria experiencia.
Estos oscuros encuentros ocurrieron justo antes de las entrevistas programadas con las estaciones de televisión mexicanas y con el renombrado investigador de ovnis J. Alan Heineck.
A pesar de las amenazas y advertencias, De Los Santos finalmente compartió su increíble historia, convirtiéndola en uno de los incidentes de aviación UAP más cautivadores jamás documentados. Su supervivencia es un testimonio de los misterios inexplorados que ocasionalmente se inmiscuyen en nuestra vida cotidiana, desafiando nuestra comprensión del mundo más allá de nuestra atmósfera.
Si bien el encuentro terminó sin daños físicos para Carlos De Los Santos, encuentros similares entre aviones civiles y fenómenos inexplicables han tenido consecuencias trágicas, incluidas lesiones, accidentes e incluso pérdida de vidas. Los cielos, al parecer, guardan secretos que siguen escapando a nuestro alcance, invitándonos a reflexionar sobre reinos inexplorados que se extienden mucho más allá de nuestra comprensión.
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