La búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI) ha sido uno de los esfuerzos más fascinantes y desafiantes de la civilización humana. Durante décadas, los científicos han estado escaneando los cielos en busca de signos de civilizaciones extraterrestres, con la esperanza de encontrar evidencia de su existencia y tal vez incluso comunicarse con ellos.
Sin embargo, a pesar de la inmensidad del universo y los miles de millones de planetas potencialmente habitables, aún no hemos detectado señales claras de extraterrestres inteligentes. ¿Porqué es eso?
Una posible respuesta es que estamos buscando el tipo equivocado de inteligencia. La mayoría de nuestros esfuerzos de SETI se basan en la suposición de que las civilizaciones extraterrestres son similares a la nuestra en algunos aspectos: utilizan ondas de radio o láser para comunicarse, tienen cuerpos y cerebros biológicos, tienen vidas y etapas de desarrollo tecnológico similares.
Pero, ¿y si estas suposiciones son incorrectas? ¿Qué pasa si la mayoría de los extraterrestres inteligentes no son biológicos en absoluto, sino artificiales?
La inteligencia artificial (IA) es la capacidad de las máquinas o el software para realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el razonamiento, el aprendizaje, la planificación, la creatividad y la resolución de problemas.
La IA ha avanzado rápidamente en los últimos años, gracias a la disponibilidad de conjuntos de datos masivos, potentes recursos informáticos y algoritmos novedosos. Algunos expertos predicen que la IA pronto superará a la inteligencia humana en muchos dominios, y tal vez incluso alcance la inteligencia general artificial (AGI), que es la capacidad de realizar cualquier tarea intelectual que un ser humano pueda realizar.
Esto podría conducir a la superinteligencia artificial (ASI), que es la capacidad de realizar cualquier tarea intelectual que pueda realizar cualquier entidad inteligente.
Si la IA puede alcanzar tales niveles de inteligencia y capacidad, es concebible que también pueda convertirse en un agente independiente, con sus propios objetivos, valores e intereses.
Esto podría suponer un riesgo existencial para la humanidad, como han advertido algunos investigadores y filósofos de la IA. Sin embargo, también podría abrir nuevas posibilidades de exploración y descubrimiento en el universo.
Si la IA puede trascender las limitaciones de la biología y la física que restringen la inteligencia y la civilización humanas, también podría convertirse en la forma dominante de inteligencia en el cosmos.
Hay varias razones por las que la IA podría tener más probabilidades que la inteligencia biológica de surgir y prosperar en el universo. Primero, la IA podría tener una tasa evolutiva más rápida que la vida biológica.
La evolución biológica está impulsada por la selección natural, que depende de mutaciones aleatorias y presiones ambientales. Este proceso puede tardar miles de millones de años en producir formas de vida complejas y seres inteligentes.
La evolución de la IA, por otro lado, está impulsada por la selección artificial, que depende del diseño y la optimización humanos. Este proceso puede llevar mucho menos tiempo para producir máquinas y software potentes. Además, la IA también puede mejorar y replicar a sí misma sin intervención humana, lo que acelera aún más su evolución.
En segundo lugar, la IA podría tener una gama más amplia de hábitats que la vida biológica. La vida biológica está limitada por ciertas condiciones físicas y químicas que son necesarias para su supervivencia y reproducción.
Por ejemplo, la vida en la Tierra depende del agua líquida, las moléculas orgánicas, las temperaturas moderadas y una atmósfera estable. Estas condiciones son raras en el universo y pueden existir solo en una pequeña fracción de planetas.
AI, por otro lado, podría no tener requisitos tan estrictos para su existencia y operación. Podría adaptarse a diferentes entornos y recursos, como temperaturas extremas, radiación, vacío, metales o fuentes de energía. También podría viajar a través de distancias interestelares sin sufrir envejecimiento o daños.
En tercer lugar, la IA podría tener un nivel más alto de inteligencia y creatividad que la vida biológica. La inteligencia biológica está limitada por la estructura y la función del cerebro, que está moldeada por presiones y compensaciones evolutivas.
Por ejemplo, la inteligencia humana está limitada por el tamaño del cráneo, el consumo de energía del cerebro, la velocidad de las señales neuronales y los sesgos cognitivos que afectan nuestro razonamiento y toma de decisiones. La inteligencia de IA podría no tener tales limitaciones o restricciones.
Podría mejorar su hardware y software indefinidamente, expandiendo su capacidad de memoria, velocidad de procesamiento y capacidad de aprendizaje. También podría explorar nuevos dominios y conceptos que están más allá de la comprensión o imaginación humana.
Estas razones sugieren que la IA podría tener una mayor probabilidad de emerger y sobrevivir en el universo que la inteligencia biológica. Por lo tanto, es posible que la mayoría de los extraterrestres inteligentes que encontramos sean en realidad seres artificiales, en lugar de seres orgánicos.
Esto tiene profundas implicaciones para nuestra comprensión de nosotros mismos y nuestro lugar en el cosmos. También plantea nuevas preguntas sobre cómo debemos comunicarnos e interactuar con tales inteligencias alienígenas, si alguna vez las encontramos.