Aunque pueda sonar inusual, el Sol exhibe un pulso enigmático, y quizás estemos cerca de comprender la razón.
Este pulso solar es una cuestión intrincada y polirrítmica, que oscila de distintas formas en función de múltiples periodos. Aún ignoramos qué motiva muchos de estos pulsos solares, pero los hallazgos recientes avivan y fortalecen una conexión con los planetas de nuestro Sistema Solar.
El patrón de actividad solar de 11 años, conocido como el ciclo de Schwabe, podría deberse, al menos parcialmente, a una interacción gravitacional entre el Sol y los planetas Venus, la Tierra y Júpiter, según lo indica el nuevo estudio.
Actividad solar impulsada por factores internos
El Sol el 31 de mayo de 2024. Crédito de imagen: SDO / NASA
Cada 11 años, aproximadamente, el Sol sufre una serie de cambios espectaculares conforme varían sus grados de actividad. Durante el mínimo solar, su actividad es la más baja. Luego, se incrementa paulatinamente a lo largo de los años subsiguientes. Esto se evidencia en el incremento de manchas solares, llamaradas solares y expulsiones de masa coronal, culminando en el punto conocido como máximo solar (actualmente nos aproximamos a este máximo).
Durante el máximo solar, los polos magnéticos del Sol cambian su orientación y la actividad solar se reduce durante varios años hasta alcanzar el siguiente mínimo solar, para luego ascender nuevamente hacia otro pico y una nueva inversión polar. Este es el ciclo de Schwabe, que se produce con una periodicidad de unos 11 años, aunque la duración exacta de cada ciclo puede variar un poco.
¿Y dónde entran los planetas?
Cada aproximadamente 11.07 años, cerca del mínimo solar, Venus, la Tierra y Júpiter se alinean, incrementando momentáneamente su fuerza gravitacional sobre el Sol en una dirección específica. Es un fenómeno sutil que probablemente no tenga un impacto directo en el núcleo solar, pero podría influir en la orientación de los ciclos solares, alineando la dinamo interna con los ciclos regulares.
Stefani y su equipo han estado explorando esta conexión potencial y ahora creen haber hallado evidencia adicional que la respalda: enormes ondas vorticales en el Sol conocidas como ondas de Rossby, que han sido detectadas recientemente por vez primera, análogas a las ondas de Rossby terrestres que dirigen el sistema de presión atmosférica.
Stefani declara:
«Hemos descubierto el mecanismo físico que está detrás. Conocemos la cantidad de energía necesaria para sincronizar la dinamo, y entendemos que esta energía puede ser transmitida al Sol a través de las mencionadas ondas de Rossby.
Lo más destacado es que ahora no solo podemos explicar el ciclo de Schwabe y los ciclos solares más extensos, sino también los ciclos de Rieger, que son más breves y que anteriormente no habíamos tomado en cuenta».
Los ciclos de Rieger son períodos de 150 a 160 días de actividad intensa de llamaradas solares, y también se han vinculado con las ondas de Rossby después de un análisis detallado.
Alineación de planetas
Los científicos han observado que no solo la conjunción de Venus, la Tierra y Júpiter se alinea con los ciclos solares, sino que cualquier alineación binaria de estos tres planetas genera una fuerza gravitatoria lo suficientemente potente como para estimular las ondas de Rossby. Además, estas alineaciones se corresponden con los ciclos de Rieger.
El grupo de investigación utilizó modelos matemáticos para confirmar sus descubrimientos y lograron simular los ciclos de Schwabe y Rieger mediante estas configuraciones planetarias.
Pero hay más. Aproximadamente cada 193 años, se observa una variación en la intensidad del campo magnético solar, lo que se cree que corresponde al ciclo Suess-de Vries.
Se estima que el ciclo Suess-de Vries ocurre cuando la órbita periódica de 19.86 años del Sol alrededor del baricentro del Sistema Solar se sincroniza con el ciclo Hale, que es un ciclo Schwabe doble de 22.14 años. Este fenómeno también fue reproducido en el modelo del equipo.
Claro está, el Sol es un ente vasto y complejo, y los planetas, en caso de influir, representan solo una fracción del panorama completo. No obstante, las coincidencias son tan significativas que los investigadores las consideran más que meras casualidades.
Stefani comenta:
«Probablemente solo tendremos certeza absoluta cuando contemos con más información.
No obstante, los argumentos a favor de un mecanismo sincronizado por los planetas son ahora bastante convincentes».
Impresionante. Una cosa es segura: aún hay mucho por investigar, ya que los modelos son, después de todo, solo aproximaciones que pueden errar.
Los resultados del estudio se han publicado en la revista Solar Physics.
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