Lago Toplitzee. El desconcertante basurero de Hitler
El lago Toplitzsee no es un lago de grandes proporciones, mide poco más de un kilómetro de largo, por unos 110 metros de profundidad. Ergo, sus aguas son casi inexpugnables. A solo 10m de profundidad la luz del sol desaparece, por debajo de los 30m el agua es tan fría que casi puede congelarte, y a los 110 metros el fondo cenagoso comienza a ser visible. No hay vida en su interior, pues sus aguas casi carecen de oxigeno.
Las estrellas se mecían tranquilas en la oscuridad de aquella noche. La quietud solo se rompía por unas burbujas que escapaban desde el fondo de las oscuras aguas del lago hasta la superficie además del crepitar de la hojarasca tras el paso de las pesadas botas de los oficiales de las SS alemanas. Los secretos y tesoros que ocultaron en las entrañas del lago siguen siendo un enigma que perdura desde hace más de 55 años.
El 21 de Abril de 1945 Berlín se resistía a duras penas a ser invadida. Los rusos superaban en una proporción desmesurada y su avance era imparable. A los alemanes se les acababa la esperanza al mismo tiempo que la munición y poco les faltaban para capitular. Hitler se encontraba en el bunker de la Cancillería, asediado, encorvado y casi decrepito su mirada permanecía viva y encendida, tanto era así, que antes del asedio final y su mas que polémico suicidio, Hitler hablaba de retomar las fuerza en su fortaleza alpina.
La fortaleza alpina parecía la última esperanza de las fuerzas del Tercer Reich, aunque en realidad no fue más que una quimera. El Führer creía que este reducto inexpugnable comprendido en su mayoría por buena parte de Bohemia, Moravia, Austria y Baviera serian una posición fácilmente defendible, y por ello envió allí a la mayoría de sus colaboradores y buena parte de sus tesoros saqueados por toda Europa.
Uno de los lugares más valorados era la residencia de Hitler en Obersalzberg, a unos 120km al sureste de la ciudad de Bertchtesgaden. Era una espectacular casa mirador con paredes de un metro de anc2ho, construidas sobre una montaña de dura roca a más de 1.800 metros de altura y a la cual solo se tenía acceso en sus últimos 100 metros mediante un elevador. Al ser tomada por la unidad norteamericana de la 101 aerotransportada, estos la bautizaron con el nombre que mas la define en la actualidad, “El nido del Águila”. Allí encontraron decenas de obras de arte de incalculable valor, y tras varios interrogatorios les facilitaron el lugar exacto de donde fueron enterrados por los alrededores un botín mucho más importante, cientos de lingotes dorados pertenecientes al conocido como oro nazi.
Traslado de tesoros
Ante la inminente ocupación de Berlín, los altos oficiales nazis se encargaron de trasladar sus tesoros mas preciados y ocultarlos por toda la cordillera Alpina y sus alrededores. Muchos creen que entre esos tesoros, además del mencionado oro y las extraordinarias obras de arte, se encontraría importante documentación que incluiría las posibles cuentas donde se deposito parte de las riquezas nazis o la situación exacta de otro lugares donde se escondieron tesoros que aun permanecen ocultos. También la famosa Cámara de Ámbar del palacio de Catalina en Rusia, una lujosa habitación cuyas paredes y decoración eran totalmente de ámbar, se encontraría entre estos tesoros.
Entre todos estos traslados destaca uno por encima de todos los demás y que esta estrechamente readicionado con el conocido por los buscadores de tesoros como el “basurero del diablo”.
El lago Toplitzsee se encuentra enclavado en lo alto de las montañas de los Alpes austriacos, a 90km de Salzburgo. Muy cerca del lago, en una cuidada granja que se conserva hoy día como hace mas de 50 años, vive Ida Weisenbacher, una curtida granjera austriaca que en una fría noche de abril de 1945, cuando solo contaba con 21 años, se vio sorprendida por un suceso que marcaría un hito en la historia de la búsqueda de tesoros del Tercer Reich.
“Eran aproximadamente las cinco de la mañana, aun estábamos en la cama, cuando un fuerte golpe en la puerta hizo que me desvaneciera de mi placido sueño. Me levante inmediatamente y tras abrir la puerta se me helo la sangre. Al otro lado un grupo de oficiales alemanes me apremiaban para que preparara los carros y caballos que a buen seguro habían visto antes en los establos”.
Como ya ha comentado Ida Weisenbacher en diversas ocasiones para diferentes medios de comunicación, los alemanes necesitaron de los caballos y los carros porque sus camiones habían quedado atrapados en el fango del maltrecho camino que llevaba al lago.
“Un hombre, al que reconocí con el rango de comandante, me ordeno que traspasáramos unas pesadas cajas de madera, señaladas y numeradas con pintura negra, desde los camiones a los carros y que las lleváramos tan rápido como fuera posible al lago Toplitzsee”. Creo haber realizado tres viajes de cargamento hasta el lago y cuando llegaba con la última carga vi algo que me dejo desconcertada. Los soldados arrojaban a las profundidades del lago todas y cada una de las cajas que con tanto esfuerzo habíamos llevado hasta allí. El comandante de las SS inmediatamente me alejo del lugar, pero pude ver como las cajas se hundían en el agua produciendo una oleada de espuma y burbujas”.
Lo que arrojaron los alemanes al fondo del lago sigue siendo un enigma a medio resolver.
El pasado año 2000, la cadena CBS rescataba, en un documental de la saga “60 minutos”, el testimonio de un hombre ligado de manera fortuita al relato de la granjera austriaca y que desvelaría un plan secreto del ejército nazi para hundir la economía británica.
Impecable falsificación monetaria
Acercándose a mediados de los años cuarenta Adolf Burger, un judío encarcelado en el campo de concentración de Sachsenhausen creía que muy pronto le llagaría la hora de su muerte. Sin embargo, en la actualidad con 86 años Adolf es uno de los pocos testigos que recuerda unos hechos que, de sucederse años antes, podrían haber cambiado el curso de la Alemania nazi en la guerra.
La vida de Adolf se vio truncada el día que los alemanes aparecieron en su negocio de copistería en Checoslovaquia. Hacia tan solo dos semanas que había contraído matrimonio con Gisella, su amor de toda la vida.
“Nunca olvidare ese día, esta grabado en mi memoria. Fue el día antes de mi 25 cumpleaños, el 11 de Agosto de 1942.
Nos subieron a un tren de mercancías para transportar ganado y nos llevaron hasta Auswitch. Fue una noche entera de viaje con 70 personas y 60 maletas apretados y helados de frió. Al llegar al andén nos hicieron bajar del tren y nos separaron. Gisella me dijo que pensara en ella todos los días a las ocho de la noche y que ella haría lo mismo, así de esa manera se sentirían juntos. Fue la última vez que la vi. Luego supe que murió en las cámaras de gas de los campos de concentración”.
De esta manera trágica comenzaba el periplo del Sr. Burger por los campos de la muerte. Al poco de enterarse que su esposa había fallecido, Burger fue enviado junto con otros obreros judíos a Berlín, al parecer requerían e sus servicios y su experimentación. Fue enviado al campo de concentración de Sauchsenhasen para trabajar en un proyecto secreto. Su desconcierto llego a su máximo apogeo cuando al llegar al campamento se encontró con otros 150 “prisioneros especiales” que eran autodidactas en sus campos. Había desde encuadernadores, grabadores y serigrafiadotes hasta copiadores como el.
Las dudas se fueron aclarando poco a poco. Dentro de los hangares había la más sofisticada maquinaria para la impresión y trabajo de copiado hasta la fecha. El plan consistía en crear falsificaciones perfectas de cantidades ingentes de dinero en papel moneda británica y estadounidense.
El plan de Hitler era sencillo pero escalofriante, pretendía inundar el mundo con dinero perfectamente falsificado para minar las economías aliadas y además pagar las ayudas para la guerra. La operación estaba dirigida por Heinrich Himmler, mano derecha de Hitler.
Tras tres años de trabajo el Sr. Burger recibió una inesperada noticia. “A principios de 1945 las copias de moneda Británica y Estadounidense se había perfeccionado tanto que para esas fechas ya estábamos preparados para comenzar a imprimir los primeros millones diarios, sin embargo, el 25 de febrero de 1945 llego una orden de la Oficina Central de Seguridad del tercer Reich que nos obligaba a desmantelar la maquinaria y empaquetar todos los billetes falsificados. Al parecer los rusos estaban a 300km de Berlín”.
Al parecer tras el proceso de desmantelamiento Adolf Burger fue enviado contra todo pronóstico al campo de concentración de Ebensee, en Austria, el último campamento nazi en ser liberado. “Nunca pensé que lograría sobrevivir, después de lo que habíamos realizado y trabajado en un proyecto tan secreto, creía que nos liquidarían a todos”. Declaro Adolf Burger a “60 minutos”.
Muchos de los billetes falsificados estaban circulando ya por Europa y América del sur, muchos espías y funcionarios que se encargaban de este dinero fueron pagados con ellos y su manufactura era tan perfecta que el Banco de Inglaterra se vio obligado a revocar todo su dinero en circulación y rediseñar la libra.
Según el rabino Marvin Hier, quien lleva los estudios mundiales del Holocausto, además de una autoridad en la figura de Hitler, afirma que “si esta operación se hubiera realizado y estado operativa en 1939 o los tempranos años 40, los resultado de la Segunda Guerra Mundial podrían haber sido totalmente diferentes”.
Pero, ¿Qué unía el trabajo de Adolf Burger con los acontecimientos vividos en el lago Toplitzsee?
Los buscadores de tesoros
El lago Toplitzsee no es un lago de grandes proporciones, mide poco más de un kilómetro de largo, por unos 110 metros de profundidad. Ergo, sus aguas son casi inexpugnables. A solo 10m de profundidad la luz del sol desaparece, por debajo de los 30m el agua es tan fría que casi puede congelarte, y a los 110 metros el fondo cenagoso comienza a ser visible. No hay vida en su interior, pues sus aguas casi carecen de oxigeno.
El pasado año 2000 se llevo a cabo una de las misiones mas importantes en este inhóspito lago. Antes se habían sucedido varias expediciones para buscar el oro y los tesoros de los nazis, pero pocas habían dado frutos, incluso sus aguas se habían cobrado la vida de más de un buceador, motivo por el cual el gobierno Austriaco prohibió en 1969 el buceo y toda investigación en las gélidas aguas.
El mas celebre de estos trágicos acontecimientos fue sin lugar a dudas el protagonizado por un joven alemán de 19 años y buzo inexperto, Adolf Egner en 1963.Al parecer varios ex agentes de las SS enviaron a Egner junto con un personaje de confianza a ocultar o extraer algo del lago, cuando se anuncio la muerte de Egner en el lago y se exhumo su cuerpo, estros tres agentes fueron condenados a 5 meses de libertad condicional por homicidio involuntario. Jamás explicaron porque enviaron a Egner al lago.
Pese al carácter maldito del lago (ver recuadro), la compañía estadounidense Oceaneerig, encargada de encontrar los restos de la avioneta de Jhon F. Kennedy Junior o los restos del avión siniestrado del vuelo 800 de la TWA entre otras misiones, consiguió un permiso de 30 días para inspeccionar palmo a palmo cada rincón del lago y desentrañar sus secretos.
Para intentar localizar las cajas nazis, los técnicos utilizaron un brazo mecánico llamado “The Ghost” manejado desde la superficie por el experto Jeff Kowalishen.
Durante semanas el equipo trabajo a destajo 12 horas al día y no lograban más que encontrar una espesa capa de lodo que no podía ser removida para no impedir la visibilidad. El equipo se desesperaba y no se encontraba ni rastro de las cajas de Hitler. Era posible que estuvieran enterradas bajo el lodo del fondo, o quizás se habían desmenuzado tras el implacable paso de los 55 años. Encima para colmo de males, varias partes del lago estaban anegadas de árboles que habían caído desde la superficie y manejar el mini submarino además del brazo mecánico entre esa selva era muy costoso y llevaba tiempo, algo que empezaba a escasear.
Pese a todo pronostico, e incluso tras haber perdido el equipo de navegación por culpa de un rayo, el equipo de búsqueda encontró los restos de unas cajas de madera que podrían ser las arrojadas por alemanes 55 años antes. A solo unos días de expirar los permisos Oceaneering, dio el todo por el todo y mando que se trajera al lago un mini submarino para una sola persona y de la más alta tecnología, “El Avispa”.
Cuando un buzo experimentado se sumergió con el Avispa y llego al lugar del descubrimiento lo que sacaron a la superficie fue algo increíble. Entre los restos de una caja que tenia inscrito, “Banco de Inglaterra” se encontraron cajas llenas de dinero en efectivo, quizás millones de euros en papel moneda británicas, evidentemente falsas. Cuando Adolf Burger tuvo ante sus ojos las imágenes del los billetes obtenidas por el submarino “Avispa”, quedo atónito. Aquellos billetes eran el producto de un trabajo forzado de 55 años antes.
Que fue del resto de tesoros que presuntamente habían sido arrojados al lago sigue siendo un misterio. Desde que las investigaciones se iniciaran en el lago en el año 1959 por parte de la revista alemana “Der Stern”, solo se han conseguido sacar del mismo, moneda británica falsa así como las planchas para su manufactura, además de restos de propulsores, cohetes, minas, torpedos y equipo de laboratorio, algo nada de extrañar pues en las orillas del lago, los alemanes realizaron todo tipo de pruebas armamentísticas. Sin embargo existe un documento alemán que hace mención al oro que podría esconderse en el lago. En dicho documento, para ser mas exacto una carta escrita en 1972 por un ex soldado de las SS y localizada por el investigador Hans Fricke, se hace referencia a que el oro fue arrojado en una parte del lago donde posteriormente se hizo explotar una gran parte de la pared de roca que sepultaría el preciado tesoro:
“Donde esta el oro habrá solo una profundidad de 94 metros y no de 107 como tiene todo el lago”.
El mencionado investigador pudo localizar la supuesta zona sepultada, pero debido al inmenso tamaño de las rocas y a la capa de sedimentos, es imposible remover el fondo y ver que se podría encontrar debajo.
Lo más destacado de otras investigaciones fueron las realizada entre 1983-87 por el ya mencionado, Dr. en biología Hans Fricke, que en un principio no tenían nada que ver con la caza de tesoros. Fricke descubrió además de un gusano que podía vivir en aquellas aguas inhóspitas y carentes de oxigeno, mas armas, bombas y las partes de un avión. Pero lo mas interesante fueron unas fotografías obtenidas de unas grandes cajas con escritura rusa en su superficie, las cuales alimentaron el mito de la perdida cámara de ámbar de los rusos. Desgraciadamente su interior estaba vacio.
Sin lugar a dudas el gigantesco basurero de Hitler seguirá alimentando la imaginación de los buscadores de tesoros, y los que estos no descubran y saquen a la superficie es un misterios que permanecerá oculto en el lodo del lago Toplitzsee durante años.
Misteriosas muertes en el lago maldito
Curiosamente la leyenda del lago se ha visto alimentada por los buscadores de tesoros, gracias a la extraña cantidad de muertes de difícil explicación que se sucedieron entré 1945 y la década de los 60.
- En 1945 aparecen cuatro cadáveres de aegntes de las SS en el Lago Toplitzsee.
- El 6 de Febrero de 1946 los agentes Pichler y Mayer sufren un misterioso accidente que acaba con su vida.
- El 10 de Agosto de 1950 aparece el cadáver de Gert Garrens, y se suscitan las primeras hipótesis de asesinato, con los tesoros nazis como presunto móvil.
- En 1952 aparecen de nuevo dos cadáveres sin identificar.
- El 6 de Agosto de 1953, muere en las aguas de lago bajo extrañas circunstancias, Josef Edwin Meyer.
- En 1963 muere tras una inmersión en el lago muere Adolf Egner, de quien se piensa tenia alguna información privilegiada sobre los tesoros allí escondidos.
¿Se puso en circulación el dinero falso?
En contra de lo que se pudiera pensar, no todo el dinero acabo en el fondo del lago. Parte del mismo viajo desde Berlín hasta Merino, Italia desde donde se distribuyo por toda Europa. Parte de ese dinero sirvió para financiar la huida de varios criminales de guerra. Uno de ellos, el encargado de destruir el dinero, Frederick Swaine, fue localizado huyo a América del Sur, donde en la decada de los 90 fue localizado por la revista rusa “Pravda”. Estaba establecido desde hacia años en Perú, al parecer la embajada alemana le había expedido un pasaporte con el nombre de Federico Swaine. Según se cree este personaje puso en circulación más de 140 millones de marcos en billetes falsos con los que pago entre otros a “Cicerón” el chivo expiatorio que no era otro que el mayordomo del embajador británico en Ankara. El resto del dinero habría ido a parar a cuentas en bancos suizos de los que hoy en día nada se sabe