abril 22, 2025

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la tercera ola de ron jones fue un alarmante experimento con ninos que rapidamente se salio de control demostrando la facilidad de manipular a las personas

“La tercera ola” de Ron Jones fue un alarmante experimento con niños que rápidamente se salió de control, demostrando la facilidad de manipular a las personas.

A veces, las personas actúan en contra de sus creencias debido a la influencia de...

"La tercera ola" de Ron Jones fue un alarmante experimento con niños que rápidamente se salió de control, demostrando la facilidad de manipular a las personas.

 

A veces, las personas actúan en contra de sus creencias debido a la influencia de quienes las rodean. El impacto de las figuras de autoridad también puede influir en las personas, incluso hasta el punto de involucrarlas en actividades peligrosas e ilegales. Estos fenómenos se volvieron particularmente conmovedores después de la Segunda Guerra Mundial con el Holocausto, lo que planteó preguntas sobre hasta qué punto las personas participaron en tales atrocidades simplemente obedeciendo órdenes.

Los psicólogos han llevado a cabo diversos experimentos que han llevado a importantes descubrimientos para comprender la naturaleza humana. Por ejemplo, los experimentos de Milgram revelaron que los individuos pueden acceder a infligir dolor a otros cuando se lo ordena una figura de autoridad. De manera similar, el experimento de la prisión de Zimbardo demostró la rápida transformación de los individuos promedio en figuras opresivas cuando se les otorga autoridad.

Otro experimento menos conocido pero igualmente inquietante fue la Tercera Ola. Comenzó como un sencillo proyecto escolar pero rápidamente degeneró en caos, ejemplificando la facilidad con la que se puede influir en las personas y la rápida proliferación de ideologías odiosas.

La idea de un maestro de escuela

En 1967, Ron Jones, un joven profesor de historia de California, se enfrentó a un desafío: le costaba explicar a sus alumnos cómo era posible que la población alemana no se diera cuenta del Holocausto y apoyara al régimen nazi. A pesar de sus esfuerzos, los estudiantes simplemente no lo entendían.

Jones tuvo entonces una idea novedosa: “¿Qué tal si se lo demuestro?”, pensó. Decidió simular un movimiento “fascista” en su aula, para que los alumnos experimentaran directamente la facilidad con la que uno puede caer presa de la presión y la propaganda grupales. Llamó a este experimento “La tercera ola”.

Concebido como un ejercicio breve de una semana de duración, The Third Wave tenía como objetivo profundizar la comprensión de la historia por parte de los estudiantes. Jones desarrolló un marco básico que incluía disciplina, comunidad y acción, con un saludo y un eslogan únicos. Sin embargo, ni él ni sus estudiantes anticiparon el impacto final del proyecto.

De la disciplina al fanatismo

El lunes destacó el poder de la disciplina. Jones comenzó con una instrucción sencilla: ordenó a los estudiantes que se sentaran “firmes” en clase, como si fueran soldados, para mejorar su concentración. Posteriormente, dio una serie de órdenes (ponerse de pie, sentarse, salir del aula, volver a entrar), todas ejecutadas en una secuencia precisa y con la máxima velocidad.

Para gran sorpresa de Jones, los estudiantes disfrutaron del ejercicio. Cumplieron con entusiasmo sus instrucciones, sintiendo que estaban participando en algo más grande que los confines de un aula. Sorprendentemente, incluso los estudiantes, que por lo general eran reticentes y reticentes, se mostraron comprometidos y ordenados.

El martes se hizo hincapié en el poder de la comunidad . Basándose en el éxito anterior, Jones introdujo un lema: “Fuerza en la disciplina, fuerza en la comunidad”, que hizo recitar a los estudiantes juntos. También mostró un saludo (un brazo derecho levantado y doblado) y lo llamó el “saludo de la tercera ola”.

La elección de la “Tercera Ola” fue intencional. Jones informó a sus estudiantes que la tercera ola de una secuencia que llega a la costa suele ser la más fuerte y la de mayor impacto. En consecuencia, su movimiento se convertiría en una fuerza formidable con el potencial de cambiar el mundo.

Los estudiantes acogieron con entusiasmo el nuevo apodo y saludo. Comenzaron a usarlo más allá del aula, saludándose entre ellos en las calles y en los pasillos de la escuela. La ola se convirtió en un símbolo de su pertenencia a un colectivo exclusivo.

El miércoles se convirtió en el catalizador de la acción. Para ese día, la influencia de la Tercera Ola había permeado la escuela. La clase de Jones reclutó a otros trece estudiantes ansiosos por unirse. Para subrayar su estatus de élite, Jones emitió «tarjetas de membresía» para todos.

Las filas del movimiento aumentaron a casi 50. Jones encargó a los estudiantes crear una pancarta de la Tercera Ola, educar a los estudiantes más jóvenes sobre el valor de la disciplina y buscar nuevos miembros «calificados» para la iniciativa.

El jueves, The Wave se había convertido en una sensación. Los miembros hacían alarde de sus tarjetas, aplicaban celosamente las reglas, denunciaban a los disidentes y buscaban más reclutas. Robert, un estudiante corpulento y de bajo rendimiento, se designó a sí mismo como protector de Jones y lo siguió por todo el campus.

Jones, que presenció la rápida escalada de The Wave, optó por acelerar la conclusión del experimento. Reunió a 80 estudiantes y reveló su participación en un supuesto movimiento juvenil nacional que estaba a punto de revolucionar el panorama político del país.

Jones dijo que ya se han establecido cientos de capítulos de la Tercera Ola en otras ciudades y que el líder del movimiento aparecerá en televisión el viernes para anunciar su candidatura a la presidencia.

Pico de la ola

El viernes fue un momento decisivo. Al mediodía, más de 200 estudiantes se habían reunido en el aula del señor Jones. La multitud no se limitaba a los que habían participado inicialmente en el experimento; también incluía a miembros de diversas subculturas juveniles que antes habían mostrado poco interés en los asuntos escolares.

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La atmósfera estaba cargada de tensión, lo suficientemente palpable como para atravesarla. La multitud esperaba con gran expectación el discurso del líder de la Tercera Ola. Jones encendió el televisor, pero la pantalla permaneció en blanco.

La perplejidad se dibujó en los rostros de los estudiantes cuando Jones reveló la verdad: no hubo movimiento. Se trataba simplemente de un experimento para demostrar la facilidad de manipulación y la rápida propagación de ideologías peligrosas.

Jones explicó que la conducta de los estudiantes reflejaba la de los alemanes durante la década de 1930. Se creían los elegidos, parte de un gran plan, pero eran simplemente marionetas que bailaban al son de un titiritero. Habían comenzado a verse como superiores a los que no eran miembros de la Tercera Ola y estaban dispuestos a traicionarlos e incluso a recurrir a la violencia contra ellos.

Para dejar claro el mensaje, Jones mostró a los estudiantes noticieros del Tercer Reich: escenas de marchas militares, incendios de libros y campos de internamiento. Después, iluminó la sala.

Un silencio inquietante se apoderó del aula. Los estudiantes permanecieron sentados en un silencio atónito, luchando por comprender que habían sido sujetos involuntarios de semejante experimento, que habían caído presa de la influencia con tanta facilidad. Y Robert, el “guardaespaldas” designado por Jones, lloró desconsoladamente.

“La tercera ola”: una huella en la historia y la cultura

Ron Jones guardó silencio sobre su experimento durante muchos años. De la misma manera, los estudiantes, avergonzados por su participación en “La Ola”, también optaron por el silencio. Sin embargo, un encuentro inesperado con un exalumno impulsó a Jones a reconsiderar los hechos.

Un día, un joven se le acercó en la calle, exclamando con alegría: “¡Sr. Jones, Sr. Jones!”. Al principio, Jones no lo reconoció.

El joven, al percibir la expresión perpleja de Jones, sonrió y lentamente levantó la mano hasta el hombro, realizando el saludo de la Tercera Ola.

—Señor Jones, ¿recuerda la Tercera Ola —preguntó.

De hecho, Jones lo recordó. Fue una de las lecciones más profundas y angustiosas de su vida. Reconociendo la importancia de esos acontecimientos, Jones decidió compartir su experiencia. Escribió un artículo que se publicó a fines de la década de 1970. La narrativa de la “Tercera Ola” resonó profundamente en la sociedad e influyó en la cultura y las artes.

En 1981 se produjo una película titulada The Wave, inspirada en este experimento. Posteriormente, Todd Strasser escribió un libro con el mismo título, utilizando el seudónimo de Morton Rhue. En 2008, el cineasta alemán Dennis Gansel estrenó una película titulada Die Welle (El experimento de las olas), ambientada en una escuela alemana contemporánea.

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