La serpiente y sus símbolos forman parte de los mitos y leyendas de numerosas culturas de todo el mundo. Las connotaciones de este animal son a menudo negativas, aunque no siempre. Existen incluso casos de dioses serpiente que dominan importantes aspectos dentro de las antiguas religiones.
Jörmungandr: la gigantesca serpiente de los mitos nórdicos
En la mitología nórdica, del matrimonio secreto de Loki con la giganta Angrboða nacieron tres hijos: la diosa Hel, el lobo Fenris y la serpiente de Midgard, Jörmungandr. Loki mantuvo en secreto la existencia de sus tres hijos durante todo el tiempo que le fue posible, pero crecieron tanto y tan rápidamente que no pudieron seguir ocultándose en la cueva en la que habían nacido.
Finalmente, Odín vio a la prole de Loki estando sentado en su mágico trono Hliðskjálf y temió su poder. Odín quiso librarse de posibles amenazas, por lo que dio a Hel dominio sobre Helheim y poder sobre los muertos (a excepción de los escogidos del Valhalla), y arrojó a Jörmungandr al gran mar. Allí la serpiente creció aún más, hasta rodear Midgard como un Uróboros mordiendo su propia cola. En su obra «Valhalla», J. C. Jones ilustra esta escena de la siguiente manera:
Arrojada a las oscuras profundidades en mitad del Océano,
creciendo día a día hasta ser gigantesca,
muy pronto la serpiente envolvió el mundo,
mordiéndose la cola formó un círculo;
inmóvil e inofensiva,
por voluntad de Odín.”
Thor y la serpiente de Midgard
Cierto día, Thor y Tyr fueron a visitar al gigante Hymir. Cuando su anfitrión vio a Thor devorar dos enormes bueyes como cena, llegó a la conclusión de que tendría que ir a pescar al día siguiente. Thor decidió acompañar a Hymir y echarle una mano pescando con él, pero el gigante le pidió que se procurara su propio cebo. De este modo, el dios del trueno dio muerte a Himinbrioter («el que parte los cielos»), el buey más grande de su anfitrión. A continuación, Thor cortó la cabeza del buey, la cargó en su barca y empezó a remar.
Thor batallando contra la serpiente de Midgard
A medida que se adentraban en el mar, el gigante le comentó a Thor que ya hacía tiempo que habían dejado atrás su zona habitual de pesca, pero el dios no le hizo caso. Hymir señaló entonces que podían encontrarse en peligro si se topaban con la gran Serpiente de Midgard mar adentro. Thor le ignoró y siguió remando hasta que le pareció que ya debía de estar justo por encima de la gigantesca serpiente.
Thor apuntaba con toda su intención a Jörmungandr como objetivo cuando puso la cabeza del gran buey como cebo en su anzuelo. Mientras el dios del trueno estaba ocupado con su carnada, el gigante pescó dos ballenas que imaginó que bastarían para el desayuno. De nuevo Thor ignoró las palabras de su anfitrión, que le aconsejaba regresar a tierra firme, y esperó un poco más para ver si Jörmungandr finalmente picaba el anzuelo. Al gigante no le gustó la idea, pero no le quedó más remedio que acatar la decisión del dios. Poco después, Thor sintió un fuerte tirón e intentó recoger el sedal haciendo uso de toda su fuerza.
Una terrible tormenta se desencadenó entonces de la nada, y a juzgar por la resistencia de su presa, Thor comprendió que había atrapado a la Serpiente de Midgard. Al intentar sacar a Jörmungandr de las aguas, los pies de Thor, fijados a la superficie de la barca, acabaron atravesándola, y finalmente, tras un largo forcejeo, la cabeza de la Serpiente de Midgard asomó en la superficie de las aguas. Thor tomó entonces su martillo y se dispuso a golpear a la serpiente, pero el aterrorizado gigante cortó el sedal para impedir que la barca fuera arrastrada al fondo del mar.
Jörmungandr se sumergió de nuevo en las profundidades marinas, mientras el furioso Thor asestó un golpe a Hymir con su martillo por hacerle perder su presa. El golpe envió al mar al gigante, que no tuvo más remedio que nadar hasta la orilla y esperar a que Thor volviese a la playa con la barca cargada con las dos ballenas. Cuando se reencontraron, ambos tomaron la barca y las ballenas y regresaron a casa del gigante para comer.
Esta historia constituye uno de los relatos mitológicos más populares entre los nórdicos, y existen numerosas representaciones artísticas del mismo.
Los Nagas de la mitología hindú
Nagas de la mitología hindú
En la mitología hindú, las serpientes gozan de una alta consideración. Los dioses serpiente hindúes son conocidos como «nagas». Estas deidades se presentan bajo la forma de grandes serpientes, o en ocasiones como mitad humanos y mitad serpientes. «Naga» es habitualmente la palabra utilizada para referirse a los dioses serpiente de género masculino, mientras que su equivalente femenino son las «nagi». En el simbolismo, la serpiente representa el renacimiento, la muerte y la mortalidad debido a su cambio de piel, interpretado simbólicamente como un renacimiento.
Ofión y Wadjet
La mitología griega también nos habla de dioses serpiente. Un ejemplo de ello es Ofión, cuyo nombre significa de hecho «serpiente». Se contaba de Ofión que reinó sobre el mundo junto con Eurínome antes de ser derrocados ambos por Cronos y Rea.
En este pilar del templo de Hatshepsut en Luxor podemos observar dos imágenes de Wadjet.
En la mitología egipcia, la diosa serpiente es Wadjet. Era la divinidad protectora de la ciudad de Dep, y también se creía que protegía a los reyes y a las mujeres durante el parto. Wadjet era representada bajo la forma de una venenosa cobra egipcia, o como una mujer con cabeza de serpiente.
Como podemos ver, las serpientes no siempre han estado vinculadas al mal, como ocurre en el cristianismo. Muy al contrario, estas criaturas eran consideradas a menudo símbolos de poder, equivalentes a dioses, que podían incluso ofrecer su protección a aquél que las adorase.
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