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La peña vista dese el norte.
Se encuentra al noroeste de la provincia de Salamanca, junto al pueblo de La Peña. Una gigantesca roca granítica ovalada, de 60×100 m y más de 30 de altura, que parece caída del cielo. Un monumento natural único en su género que, según Luis Benito del Rey y Ramón Grande (Santuarios Rupestres de las Provincias de Zamora y Salamanca), fue sacralizada en un primer momento y cristianizada en épocas posteriores. También el padre Morán, basándose en ciertos signos, “la pisada de la Virgen por ejemplo”, señaló en su día la existencia, en lo alto de la peña, de un santuario prehistórico y de los restos de una ermita o templo cristiano.
Luis Benito y Ramón Grande visitaron el lugar los años 1988 y 1992, constatando (ya era conocido), en torno a la peña la existencia de un asentamiento prehistórico Eneolítico (Cobre y Bronce) pero en cuanto a elementos de significación religiosa o mágico-ritual, en la peña propiamente dicha, dicen que tan sólo encontraron dos serpentiformes y otros tantos hoyuelos en lo alto de la roca; y, junto a una covacha situada en lo alto de la peña al borde del abismo, dos huellas de pie y dos cazoletas. Nada hallaron  de la ermita referida por el padre Morán.
En la segunda quincena de agosto del presente año realice varias visitas al lugar con la ilusión de ampliar lo ya conocido descubriendo numerosos elementos de presumible finalidad ritual en forma de escalones, hornacinas, piletas, escotaduras, aljibes,…
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Escalera en su primer tercio.
UNA IMPRESIONANTE E INÉDITA ESCALERA. Aunque existen escalones en varios lugares de la cima de la peña, la mayor parte de ellos se encuentran formando una monumental escalera que, inexplicablemente, nadie menciona. Compuesta por más de doscientas gradillas o escalones entre la base y la cima de la peña y conocida desde siempre, comienza con una diminuta y elevada gradilla que hace francamente difícil el inicio de la ascensión, presentando luego varias bifurcaciones que se unen unos metros más arriba, salvo la superior que se desvía a la derecha y termina en una enorme grada, de un metro de huella y la tercera parte de contrahuella, situada unos metros por debajo de la cima y frente a la covacha mencionada por los citados investigadores, en la cual se acumulan los elementos rituales, destinada probablemente a la práctica de rituales dirigidos a la covacha-santuario.
   Esta monumental y única escalera,  que en algunos puntos presenta hasta siete filas de gradillas, tuvo en su día la función de facilitar el acceso al altar en que las gentes de los primeros metales convirtieron la cima de la descomunal peña. Un caso similar al de la escalera que presenta el altar rupestre conocido como “El Mortero de Bonilla”, compuesta en este caso por catorce gradillas o escalones.
ZONA DE LAS GRADAS. Otra importante concentración de escalones, algunos verdaderamente monumentales, se hallan en un grupo rocoso semiovalado situado dos decenas de metros al suroeste de la referida covacha y del final de la escalera que corona la peña. Aunque la mayor parte de ellos se disponen en aparente desorden, otros se organizan en evidentes escaleras, de hasta cuatro peldaños, en la cara norte del grupo rocoso, próximos a su ángulo oeste. Una de estas gradas o escalones, verdaderamente monumental, quizás un ara de sacrificios, se halla frente a los anteriores escalones al pie del roquedo.
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Monumentales escalones en la cara norte del semióvalo rocoso. 
LA COVACHA. Otra importante concentración de elementos rituales (cazoletas, hornacinas, y escotaduras), se encuentra en la referida covacha, situada en el extremo oriental de las tres que existen en la parte norte de lo alto de la peña frente a la cual termina la bifurcación superior de la gran escalera. Ya observaron en esta covacha, Luis Benito y Ramón Grande, dos escotaduras que llamaron “pisadas de la Virgen” y dos cazoletas de 7 y 6 cm., pero existen más cosas en ella.
En realidad los elementos que citan los referidos autores, situados sobre el suelo en la parte derecha de esta covacha, son dos conjuntos de elementos, de asombrosa perfección, compuestos por una profunda cazoleta y dos escotaduras rectangulares, el más alejado; y por dos cazoletas, de distinto diámetro y profundidad, dos escotaduras rectangulares y un rebaje en ángulo recto, el situado junto al anterior al pie de la pared.
Los otros elementos que no vieron o no consideraron los citados investigadores en este lugar soncinco pequeñas hornacinas (cuatro situadas en rombo en la pared rocosa por encima de los referidos conjuntos de elementos, a la altura de la cabeza de una persona, y una del lado izquierdo de la covacha), destinadas seguramente a colocar exvotos, idolillos, etc.; una curiosa escotadura horizontal, en el interior del refugio rocoso, destinada probablemente a situar una repisa de madera o cerámica destinada a la colocación de exvotos; dos o escotaduras horizontales en el ángulo que forma la pared con el suelo, y una larga escotadura, en forma de serpentiforme, sobre la boca de la covacha. Unos metros por encima de la anterior escotadura o serpentiforme existe otra, más corta pero más ancha y profunda, y varios y burdos escalones sin orden aparente. Quizás haya más cosas que no vi.
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Covacha más oriental con elementos rituales en el suelo y en la pared rocosa.
PILETAS Y ENTALLADURAS. Unos metros al sur de la covacha y frente al final de la escalera de acceso a la peña, existen dos piletasuna cuadrada de casi medio metro de lado y unos 15 cm de profundidad, sobre una roca y junto a un chaparro; y otra ovalada de mayor tamaño (que hallé colmatada de residuos naturales), con una entalladura cuadrada aneja, unos metros al oeste, trabajada sobre el suelo. Junto a la primera pila, sobre la roca, se hallan varias entalladuras.
Unos metros al oeste de la pileta ovalada, sobre el extremo norte del semióvalo rocoso, se encuentras varias piletas alineadas y horizontales, como a medio metro de altura, dos escotaduras alargadas en forma de serpentiforme (las que descubrieron Luis Benito y Ramón Grande, seguramente), una más larga de otra; y varios escalones o entalladuras sin aparente orden quizás destinados a la colocación de ofrendas.
TRIBUNA Y ENTALLADURAS. Junto a la pileta cuadrada, del lado sureste, existe una especie de tribuna rocosa, aparentemente trabajada en parte por el hombre, con una grada en su parte central y otra del lado derecho. Un elemento quizás destinado a realizar desde el oraciones, ofrecer sacrificios, etc. Junto a la referida tribuna, sobre la cara vertical de una roca de poco más de un metro de altura, se han tallado otras dos pequeñas entalladuras aptas para colocar objetos.
ALJIBES. Nadie los menciona pero son elementos fundamentales en las prácticas rituales. Se hallan del lado oeste de la cima, dando vista al pueblo de La Peña. Uno de ellos, obra del hombre, se ha excavado entre dos rocas y potenciado en sus laterales con rectangulares piedras arrancadas de las rocas inmediatas. Aunque muy evidente se encuentra casi colmatado por sedimentos naturales. El segundo, situado unos metros al sur del anterior, es una enorme pila natural ovalada de más de un metro de profundidad y una capacidad próxima al metro cúbico. En su interior, debajo de una gruesa capa de residuos naturales de milenios, se encuentran numerosos trozos de cerámica procedentes de vasijas realizadas a mano, propias del Cobre y Bronce. También hallé esta cerámica, aunque no en abundancia, en numerosos puntos de la cima, en especial junto a las referidas piletas cuadrada y rectangular.
LA PISADA DE LA VIRGEN. La conocida por los habitantes de la localidad de La Peña como “la Pisada de la Virgen”, es una sorprendente y perfecta escotadura rectangular, de unos 25x8cm y otros 7 u 8 de profundidad, en nada parecida a la huella de un pie, situada sobre las rocas más altas de la parte sur de la peña, cuya pertenencia al Cobre o Bronce negaría de no haber contemplado antes la perfección de las escotaduras similares ( aunque de menor tamaño), las cazoletas y hornacinas que existen junto a la covacha mencionada al principio. Un elemento cuya finalidad cultual presupongo pero no cuál su función.
Conclusión. Aunque podría escribir sobre el asunto hasta aburrir concluyo afirmando que esta descomunal peña determinó la ubicación de uno de los mayores asentamientos humanos de la zona hacia el segundo milenio antes de Cristo (las gentes del pueblo manifiestan que se han recogido en el lugar gran cantidad de objetos de piedra principalmente: hachas, puntas de flecha, molinos, etc.); que efectivamente, toda la peña constituyó un inmenso altar o santuario compuesto por multitud de elementos rituales al que tan sólo accederían las personas encargadas del culto (chamanes, sacerdotes o lo que fuesen), para celebrar los rituales, entre los que no faltarían los sangrientos; y que no aparecen en el lugar vestigios de posteriores prácticas religiosas (restos de ermitas, cruces, etc.).
Esta peña y sus inmediatos contornos es, en definitiva, un lugar cuya visita propongo, para disfrutar de lo descubierto (aunque para subir a ella hay que hacerlo con tiempo seco, con calzado adecuado y acompañados); o para investigar sobre lo desconocido, las tumbas por ejemplo de las que no parece saberse nada pero que, en forma de dólmenes seguramente, debieron existir por los inmediatos alrededores y de las que es posible que quede algún resto, aunque la mayor parte de sus monumentales fábricas se hallarán integradas en las abundantes tapias de la zona o incluso en las casas del inmediato pueblo de La Peña.

 

Por jaime