En el siglo XIX, los arqueólogos que excavaban las antiguas ruinas de Nínive, actual Mosul en Irak, desenterraron uno de los hallazgos más asombrosos de la historia: la biblioteca de Asurbanipal, el gran rey del Imperio neoasirio.
Este increíble descubrimiento proporcionó a los eruditos un tesoro sin precedentes de textos que abrieron una ventana a la civilización mesopotámica y cambiaron para siempre nuestra comprensión de la literatura, la ciencia y la cultura del mundo antiguo.
Nínive fue la capital del Imperio neoasirio durante el reinado de Asurbanipal, entre los años 669 y 627 a. C. En ella Asurbanipal, que además de un despiadado líder militar era también un intelectual interesado por la cultura literaria que sabía leer y escribir y dominaba tanto la lengua acadia como la sumeria, estaba decidido a crear un repositorio que contuviera todo el conocimiento y la sabiduría de los antiguos pueblos de Mesopotamia y las regiones circundantes.
Para ello envió escribas por todo su reino con la misión de recoger decenas de miles de tablillas inscritas con textos sobre todo tipo de temas, desde religión y magia hasta astronomía y medicina. Asimismo ordenó a todas las ciudades de su imperio que le enviaran copias de todas las obras escritas que pudieran encontrar.
Estas tablillas procedían no sólo de lugares de la propia Asiria, sino también de antiguas ciudades sumerias y babilónicas como Nippur, Sippar, Babilonia y Uruk, que habían caído bajo dominio asirio. Utilizó los ingentes recursos de que disponía, y su inmenso botín de guerra, para contratar eruditos y escribas que copiasen los textos en tablillas bellamente decoradas y con un sello que indicaba que pertenecían a su palacio.
La colección llegó a contener más de 100.000 tablillas cuidadosamente organizadas y catalogadas según sus temas, un número no superado hasta la construcción de la Biblioteca de Alejandría. Pero en el año 612 a.C. los babilonios al mando de Nabopolasar, unidos a escitas y medos, atacaron y destruyeron Nínive, prendiendo fuego al palacio.
En 1848, el arqueólogo inglés Austen Henry Layard comenzó las excavaciones en el yacimiento de la antigua Nínive. Palacios, templos y fortificaciones asirios emergieron poco a poco de la tierra. De 1849 a 1853, Layard y sus equipos excavaron en las cámaras y pasillos del complejo del Palacio Real. Allí, asombrosamente conservadas gracias al incendio que las había cocido parcialmente, Layard descubrió una sala tras otra repletas de hileras de tablillas de arcilla: eran los restos de la biblioteca de Asurbanipal.
Cuando Layard regresó a Inglaterra, Hormuzd Rassam y otros equipos continuaron las excavaciones entre 1853 y 1854. En una cámara tras otra, descubrieron miles de tablillas más. Rassam envió cajas de artefactos de vuelta al Museo Británico, sin ser consciente de la inmensa importancia histórica de las frágiles tablillas, ya que todavía no se conocía su contenido por no haber sido descifrada la escritura cuneiforme. En total, durante las excavaciones de Nínive se extrajeron más de 25.000 tablillas, que se enviaron al Museo Británico y a otras instituciones deseosas de descifrarlas y estudiarlas.
Los eruditos pronto se dieron cuenta de que las tablillas estaban escritas en acadio y sumerio utilizando el sistema de escritura cuneiforme. Esto supuso un reto monumental, ya que el complejo sistema de escritura no se comprendía bien en el siglo XIX. Tras décadas de meticulosa investigación, los eruditos lograron gradualmente descifrar el sistema cuneiforme y traducir la miríada de textos de la biblioteca de Asurbanipal.
El esfuerzo dedicado a desvelar los secretos de la biblioteca dio sus frutos. Las tablillas descubrieron un mundo perdido de literatura, religión, ciencia y erudición mesopotámicas. Había antiguos mitos y leyendas, como la Epopeya de Gilgamesh, de 4.000 años de antigüedad, una de las primeras grandes obras de la literatura. Había himnos, conjuros mágicos, manuales médicos, registros astronómicos, fórmulas matemáticas y manuales de cría de animales.
La biblioteca contenía correspondencia, decretos reales y registros militares que arrojaron nueva luz sobre las hazañas y conquistas de los reyes asirios. A través de estas tablillas, los historiadores modernos descubrieron detalles de la vida en la antigua Asiria que nunca antes se habían conocido.
La biblioteca redescubierta era una cápsula del tiempo que preservaba los conocimientos de la civilización primitiva y demostraba los avanzados logros literarios y académicos de los primeros mesopotámicos.
Los textos encontrados abarcan casi todos los aspectos de la cultura y los logros intelectuales de Mesopotamia:
- Textos literarios: Varias versiones de historias famosas como la Epopeya de Gilgamesh y otros mitos, leyendas y poemas como la historia de la creación o Enûma Elish, el mito de Adapa, el primer hombre, o la historia del Pobre de Nippur. Proporcionan información sobre las antiguas tradiciones narrativas.
- Textos religiosos: Una serie de himnos, rituales y mitologías relacionados con los principales dioses babilonios y asirios. Ayudan a comprender la espiritualidad mesopotámica.
- Textos mágicos: Conjuros, rituales y hechizos de protección, curación, adivinación y maldición, que ponen de manifiesto las prácticas mágicas más comunes.
- Textos médicos: Términos anatómicos, descripciones de enfermedades, diagnósticos, prescripciones y curas que muestran el estado de la ciencia médica antigua.
- Textos astrológicos: Presagios relacionados con acontecimientos celestes, observaciones astronómicas y predicciones astrológicas que muestran las sofisticadas capacidades de observación de las estrellas.
- Textos históricos: Anales reales, inscripciones y registros de campañas militares y logros de gobierno de los reyes asirios.
- Textos eruditos: Obras sobre ciencias, matemáticas, gramática, lexicografía y otras materias académicas producidas por escribas expertos.
- Textos legales: Cartas, contratos y textos administrativos. Incluso una copia del código de Hamurabi.
La mayoría de los textos están escritos en acadio con escritura cuneiforme, aunque muchas tablillas están en escritura neobabilónica y en asirio. Se organizaban según su forma, por ejemplo las tablillas cuadrangulares eran para transacciones financieras, y las redondas para información agrícola.
Se separaban según su contenido en diferentes salas, ordenadas por su temática: gobierno, historia, derecho, astronomía, geografía, etc. Y los contenidos se indentificaban por marcas de color o breves descripciones.
Se cree que la biblioteca también incluía rollos de cuero, tablillas de cera y posiblemente papiros, todos los cuales desaparecieron en el incendio.
El hallazgo de la biblioteca está considerado uno de los más importantes de la asiriología, del que se puede extraer un inmenso conocimiento de las culturas de la antigua Mesopotamia. Textos muy antiguos solo sobrevivieron a través de copias encontradas en la biblioteca.
El propio Asurbanipal, se jactaba de ser el único rey asirio capaz de leer y escribir en cuneiforme: He aprendido lo que la sabia Adapa ha traído, he adquirido el tesoro oculto, todo el arte de la escritura en tablillas, estoy iniciado en la ciencia de los presagios en los cielos y en la tierra, discuto en la asamblea de eruditos, interpreto los augurios con los más experimentados leedores de hígados. Puedo resolver complicados y oscuros problemas de división y multiplicación, he leído siempre elaboradas tablillas escritas en sumerio de difícil comprensión y descifrado laboriosamente el acadio, tengo conocimiento de piedras escritas anteriores al Diluvio que son totalmente incomprensibles.
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