Otro suceso de encuentros con alienigenas semihumanos con aspecto de pez, lo encontramos en la cosmogonía dogón, una etnia de Malí que vive en aldeas y poblados situados en las proximidades de la impresionante falla de Bandiagara. Conocidos como nommos, su descripción se ajusta perfectamente a la del Oannes mesopotámico. Curiosamente, según la tradición custodiada por los dogones, que recopilaron in situ durante los años 60 los antropólogos Marcel Griaule y Germaine Dieterlen, los nommos descendieron de los cielos en el interior de un arca resplandeciente como una llama que se apagó al tocar el suelo. Pero hay más… El arca habría partido de le Pelu Tolo (el nibiru dogon) , un enigmatico y misterioso astro que sólo sería evidente en raras ocasiones y que formaría además parte de nuestro Sistema Solar. Se trataría, pues, de un mundo o una luna desconocida por nosotros.
Los dogones admiten en una deidad supremo, creador y sustentador del cosmos: el demiurgo Amma. Su nombre proviene del concepto «tener apretado o agarrado». Para entendernos, lo que nosotros llamaríamos englobar, de modo que es la deidad que engloba todo. Rodando y danzando creó los mundos que giran en espiral alrededor de todas los astros del cosmos. ¿Mundos rotantes estelares? Así se mueve todo en el cosmos, inclusive nuestro minúsculo e insignificante Sistema Solar. Quizá parezca un detalle sin importancia, pero para conocer esto no basta con la sencillo observación del firmamento. Ni siquiera es posible llegar a tal conclusión empleando un telescopio, pues serían necesarios amplios conocimientos de física, matemáticas y astronomía avanzadas. Saberes que, sin duda, jamás tuvieron los dogones.
Al igual que todo lo creado, los nommos eran hijos de Amma. Si atendemos a las descripciones que nos proponen de ellos los dogones, deducimos que no eran muy agraciados físicamente. Se trataba de hombres-peces. Sólo la mitad superior de sus cuerpos eran parecidas a un ser humano, pues tenían una gran cola de pez y respiraban a través de unas aberturas situadas en sus clavículas, en verdad una especie de espiráculos semejantes a los que presentan los cetáceos en la parte superior de la cabeza. No hay figura de situar temporalmente el contacto de los nommos con los humanos, aunque varios expertos establecen ese instante miles de años atrás.
ATERRIZAJE OVNI EN UN PASADO REMOTO
Como comentamos con anterioridad, los nommos llegaron a territorio dogón originarios de una estrella reluciente y de un tamaño considerable, conocida por esta etnia con el nombre de le Pelu Tolo, que se podría traducir como «la estrella de la décima luna». Según la tradición, de mencionado cuerpo celeste –sólo evidente en raras ocasiones– partió un objeto volador circular que giraba sobre sí mismo y que cada vez se iba haciendo más grande. Quizá, esta descripción aluda al efecto óptico que capta un observador estático al que se está aproximando un elemento determinado.
Los dogón llaman «arca» al artilugio volador en el que viajaban los nommos. Mientras descendía hacia el suelo, emitía un sonido vibrante y atronador, al tiempo que el terreno retumbaba, de modo que todos los animales salieron corriendo despavoridos. Cuando por fin tomó tierra sobre la tierra seca, desplazó una gran polvareda, levantada por un torbellino de aire generado por el «arca volante», que es descrita en la tradición dogón como una llama que se extinguió al tocar el suelo, instante en el cual los sorprendidos declarantes observaron su autentica figura: era cónica, muy parecida a una pirámide truncada de cuatro caras. A continuación empezó a emitir un raro zumbido, mientras un insólito animal salía del interior. Se trataba de un «caballo de metal» que realizaba «movimientos secos». Con lo de secos, los dogones querían decir que carecía de vida. ¿Acaso no están describiendo un artilugio mecánico, quizá un vehículo dotado de tracción? En cuanto al concepto de caballo metálico, es justo como hubiese denominado a tal cacharro cualquier humano desconocedor de nuestra moderna civilización. ¿Cómo llaman las villas indígenas a nuestros trenes y aviones cuando los contemplan por vez primera Pues eso, caballos y pájaros de hierro.
EL RETORNO DE LOS DIOSES ESTELARES
Según el relato, el «equino» amarró el arca con cuerdas y la fue arrastrando incluso una hondonada. Después se produjeron unas lluvias de grandes proporciones, que inundaron la depresión, de modo que el arca empezó a flotar sobre las aguas. A bordo de la aeronave viajaban ocho nommos instructores que enseñaron a los dogones a cultivar, a pescar, a hacer pan, a fabricar herramientas, a conocer los astros, etc. En el presente, los dogones confirman que los nommos volverán el «día del pez», cuando le Pelu Tolo vuelva a ser evidente. Por lo tanto tendrá lugar un nuevo diluvio y las deidades con aspecto mitad hombre y mitad pez volverán a contactar con los humanos…
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