Las tablillas sumerias nos relatan una antigua historia en la que unos dioses se rebelaron contra los Anunnaki en un pasado remoto. El término Igigi, aunque quizás no sea familiar para muchos, se refiere a un grupo de “dioses” más jóvenes que sirvieron a los Anunnaki en su momento. Pero, ¿qué relación tienen con los Anunnaki y cómo se relaciona su rebelión con la creación del ser humano?
Según la mitología, los Igigi eran una especie de deidades subordinadas a los Anunnaki. Sin embargo, llegó un momento en el que estos dioses jóvenes se rebelaron, lo que llevó a que los Anunnaki nos crearan a nosotros, los seres humanos.
Aunque pueda sonar descabellado o ilógico para algunos, especialmente los escépticos, esta es la narrativa mítica. Se cree que los Anunnaki tenían un interés o necesidad por el oro, y para obtenerlo, requerían mano de obra. Así que, como una razón secundaria, crearon a la especie humana mediante la mezcla de su propio ADN con el de los homínidos que ya existían en el planeta debido a la evolución (aunque esta no es tan rápida como algunos postulan).
En resumen, los Igigi desempeñaron un papel crucial en esta historia de creación y rebelión, y su significado y relevancia siguen siendo objeto de estudio en el panteón mesopotámico.
Según los registros de Oracc (The Open Richly Annotated Cuneiform Corpus), el término Igigi aparece en el poema de Atrahasis, un héroe en la versión babilónica de la Epopeya de Gilgamesh, que relata la historia detrás de la Gran Inundación.
Este antiguo texto data del siglo XVII a.C. y está grabado en tablillas que se conservan en el Museo Británico de Londres. El hallazgo ha proporcionado evidencias sobre la relación entre los Anunnaki y los Igigi.
El texto se compone de tres tablillas, cada una de las cuales se desarrolla en ocho columnas, cuatro en la parte delantera y cuatro en la parte trasera. Cada columna consta de alrededor de 55 líneas.
Después de que los Anunnaki llegaron a la Tierra y tomaron control de ella, impusieron a los dioses menores Igigi el trabajo en la tierra, en una zona donde reinaba el dios Enlil. Los Igigi excavaron los cauces de los actuales ríos Tigris y Éufrates, así como otros canales. Se dice que el trabajo pesado de los dioses Igigi, realizado de día y noche, duró 2.500 años.
En un ciclo inevitable, la opresión conduce a la insurrección, y así lo narra la Tablilla I, a partir de la línea 39 del poema, donde los dioses empiezan a cuestionar su realidad, hasta que uno se atreve a dejar su labor y liderar la sublevación.
Un Igigi, en un acto de desafío, arrojó sus herramientas al fuego y, unidos, se dirigieron al templo de Enlil. El poema describe:
“Los dioses, en su forma humana, soportaban la carga y el agotador trabajo, el esfuerzo era inmenso, la tarea ardua, el agotamiento profundo; los poderosos Anunnaki, los siete, habían decretado el agobio sobre los Igigi”.
Aunque las líneas subsiguientes están deterioradas, sugieren que los Igigi rechazaban seguir sumidos en el agotamiento, forzando a los Anunnaki a idear una solución definitiva. Es aquí donde surge la creación de los humanos por parte de los Anunnaki, quienes desde entonces asumieron las labores divinas.
Enlil, abrumado por la emoción, contempla abandonar la Tierra para ascender al cielo y reunirse con Anu, devolviéndole los poderes celestiales. Anu, entendiendo las quejas de los Igigi, cuya carga era excesiva, propone la creación del ser humano (Lulu). Acto seguido, convoca a la diosa Mammu (también conocida como Mami, precursora del término “mamá”), la matrona divina, para que participe en este acto de creación y anuncia su plan a los Igigi, quienes, aliviados de su carga laboral, celebran con júbilo.
Mammu se dispone a realizar el acto de creación y, en reconocimiento a su labor, los Igigi la proclaman “Señora de todos los dioses” (kala-Belet-ili). Mammu mezcla la arcilla y convoca a los Anunnaki y a los Igigi para que contribuyan a la creación escupiendo sobre la mezcla.
Así, el hombre está listo para existir y asumir las responsabilidades que una vez pertenecieron a los dioses Igigi: la ardua labor de cultivar la tierra.
Autor bibliotecaOculta.com
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