Los Templarios, monjes guerreros de la era medieval y defensores de la fe, eran ascetas armados que juraron vivir en austeridad, aunque su riqueza superaba a la de monarcas. Se rumorea que protegían el tesoro más sagrado del cristianismo: el Santo Grial, un emblema venerado que les otorgó una influencia incomparable. A pesar de su estatus, los Templarios sufrieron una caída catastrófica y su vasto tesoro se esfumó. ¿Cuál es la verdadera historia de los Templarios? ¿Es posible desentrañar hoy el verdadero misterio de su influencia
La Orden del Temple, una hermandad bélica cristiana de antaño, conocida formalmente como la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, marcó su presencia durante la Edad Media. Esta orden militar se mantuvo en pie por cerca de doscientos años en el continente europeo, con el propósito de salvaguardar a los peregrinos cristianos que viajaban a la Tierra Santa, Jerusalén, tras su reconquista en la Primera Cruzada.
La fundación de la orden templaria se atribuye a un grupo de nobles franceses en 1118 o 1119, liderados por Hugo de Payns. No obstante, fue en el Concilio de Troyes, en 1129, donde la Iglesia católica les otorgó su bendición oficial.
La Orden Templaria experimentó una expansión rápida en influencia y magnitud, impulsada en gran medida por las Cruzadas, y estableció un intrincado sistema financiero. Construyeron también bastiones y defensas a lo largo del Mediterráneo y en los dominios de la Tierra Santa. Eran célebres por su destreza y disciplina militar. Se les reconocía fácilmente por su hábito distintivo: una túnica blanca adornada con una cruz roja.
Cortesía: lostemplariosysuepoca / wordpress
La desaparición de los Templarios se produjo de manera súbita en el año 1312 por mandato del Papa Clemente V. La pérdida de Jerusalén y el consecuente cese de apoyo, sumado a las acusaciones de herejía, fueron factores clave en su caída. Su considerable poder financiero atrajo la enemistad de figuras como Felipe IV de Francia, quien les debía grandes sumas de dinero.
El propio Felipe IV los denunció por herejía, instigó su persecución, y bajo tortura, extrajo confesiones que llevaron a muchos al suplicio del fuego. La abrupta erradicación de la Orden del Temple sigue generando debate y especulación sobre los motivos reales detrás de su extinción.
Felipe IV de Francia (WIkimedia Commons)
Los Templarios se esfuman del relato histórico, legando un enigma cautivador. A pesar de autodenominarse Los Pobres Caballeros de Cristo, acumularon una fortuna que los situó entre las entidades más acaudaladas del continente europeo. Circulan teorías que atribuyen su prosperidad a un artefacto ancestral hallado entre los escombros del antiguo templo hebreo en Jerusalén, cuyo paradero sigue siendo un misterio hasta nuestros días.
Las Cruzadas
Para desentrañar el misterio templario, es esencial remontarse a sus raíces, al enfrentamiento entre culturas denominado Las Cruzadas. Corría el año 1096 d.C. cuando una legión de nobles guerreros de Europa emprendió una larga travesía hacia el enclave conocido como la Tierra Santa. El poderío musulmán se extendía por el Medio Oriente y abarcaba desde Persia hasta la península Ibérica. Fue el Papa Urbano II quien proclamó la cruzada, un llamado a las armas para reconquistar la urbe más venerada del cristianismo: Jerusalén.
Cruzadas. (Wikimedia Commons)
La travesía de los cruzados hacia la Ciudad Santa se extendió por casi tres años, marcada por conflictos, epidemias y escasez. De los más de 4000 caballeros que emprendieron el viaje a Jerusalén, apenas sobrepasaron los 1000 los que alcanzaron su destino.
En julio de 1099, los cruzados se apoderaron de Jerusalén en un derramamiento de sangre de magnitudes alarmantes, eliminando sin distinción a cristianos, judíos y musulmanes. Un cronista galo relató la masacre como un océano de restos humanos dispersos por las vías urbanas. En el Templo de Salomón, la sangre llegaba hasta las rodillas de los jinetes.
Los conquistadores designaron a los mandatarios del incipiente reino de Jerusalén de entre sus filas. Los monarcas de la cruzada enfrentaron numerosos combates para mantener el control de estas tierras consagradas. En el año 1118, eligieron a su tercer soberano, coronando a Balduino II.
La Orden del Temple
Hugo de Payns. Pintura del siglo XIX. (Wikimedia Commons)
Los Templarios combinaban la devoción monástica con la valentía de los combatientes, abrazando votos de pobreza, obediencia y castidad. Su existencia como orden militar-monástica era inédita en Europa y representaba un concepto revolucionario para la Iglesia de aquel entonces.
Eran un contingente militar excepcionalmente disciplinado y bien equipado, capaces de ejercer un dominio contundente incluso en minoría. En el campo de batalla, los Templarios lograron victorias decisivas contra los musulmanes en el asedio de Ascalón en 1153, en Montgisard en 1177 y en Arsuf en 1191.
Combatían bajo un código de conducta riguroso, con la retirada prohibida salvo órdenes explícitas o una desproporción de fuerzas superior a tres a uno. Eran conocidos por su firmeza en la batalla, sin ceder ni desertar jamás. La icónica cruz roja templaria simbolizaba el honor supremo del sacrificio y la muerte en la lucha.
Cortesía: elsersupremo.com
La estrategia militar esencial de los Templarios era la formación en cuña durante el asalto. Un contingente compacto de guerreros se lanzaba en vanguardia para fracturar las filas enemigas, causando su dispersión. La embestida, aunque arriesgada y formidable, resultaba en triunfos resonantes, lo que les granjeaba un profundo respeto. Rodeados de un halo místico y una impresión de autoridad, los Templarios recibieron de Balduino una sección del vetusto santuario hebreo, un sitio de inmensa santidad donde Jesucristo impartió sus enseñanzas. En ese lugar sagrado, se dice que los Templarios hallaron algo que podría haber sellado su suerte. Según las leyendas, fue bajo ese templo donde los caballeros encontraron uno de los tesoros más significativos de la historia.
Cortesía: History Channel
Un Descubrimiento Histórico
Hace casi un milenio, en uno de los enclaves más venerados del planeta, comenzó una de las primeras exploraciones arqueológicas registradas. El santuario, erigido por el rey Salomón en el siglo X antes de nuestra era, fue posteriormente arrasado por los babilonios y reconstruido por los hebreos. Se rumorea que albergaba la mística Arca de la Alianza dentro de una estancia oculta. En el 70 d.C., legiones romanas sofocaron una insurrección hebrea, incendiaron la metrópoli y demolieron el santuario. Durante las cruzadas, sobre esos vestigios, los musulmanes erigieron una mezquita que perdura hasta hoy, conocida como la Cúpula de la Roca.
La finalidad primigenia de los templarios, la defensa de los peregrinos hacia la Tierra Santa, es objeto de debate entre los académicos. Algunos sostienen que su verdadera misión distaba de ser la protección de los viajeros. Tim Wallace-Murphy, un autor especializado, sugiere que los templarios dedicaron nueve años a la excavación de túneles subterráneos. Lo que hallaron en las profundidades ha generado múltiples conjeturas, incluyendo la teoría de que descubrieron un mapa del tesoro. Este mapa, según se cree, es un pergamino de cobre que señala la ubicación precisa de los tesoros ocultos del templo hebreo.
El Arca de la Alianza (Tissot, 1896-1902). (Wikimedia Commons)
Retrocediendo al 70 d.C., en el momento en que las legiones romanas se apoderan de Jerusalén, los insurgentes hebreos ocultan las riquezas del santuario dispersándolas por la Tierra Santa. Para asegurar su futura recuperación, graban instrucciones en láminas de cobre, destinadas a resistir el paso del tiempo. La existencia de dicho pergamino permaneció en el ámbito de lo legendario hasta que, en 1947, un pastor beduino en busca de una oveja extraviada tropieza con un descubrimiento asombroso. Encuentra pergaminos milenarios, entre ellos, algunos de los manuscritos hebreos más antiguos que se conocen: los Manuscritos del Mar Muerto.
Cortesía: BBC
En la década de 1950, un arqueólogo británico rastrea las huellas eternizadas en el pergamino de cobre. Aunque no da con el tesoro hebreo, se topa con indicios de que una misión previa había desenterrado hallazgos igualmente intrigantes. La presencia de estribos de la época medieval, restos de armas y una cruz de los Templarios le llevan a pensar que otros le han precedido en la búsqueda. Se confirmó que los Templarios del siglo XII habían pisado ese lugar, pero los detalles de su propósito o de lo que pudieron hallar siguen siendo un enigma.
El Santo Grial
La tradición sostiene que, en las ruinas del antiguo templo, un pergamino de cobre guió a los Templarios hacia uno de los objetos más anhelados del cristianismo: el Santo Grial. Durante la Edad Media, el Grial inspiró una infinidad de historias, mitos y melodías. Según diversas narrativas, el Grial podría ser el cáliz o el plato que Jesucristo usó en la Última Cena, aunque la escasez de evidencias deja abierta su verdadera naturaleza. El Grial, como concepto de la época medieval, adopta múltiples formas en estas narraciones. Algunos sugieren que era una copa, mientras que otros postulan que se trataba de una piedra celestial. Una versión lo asocia con la muerte de Cristo, siendo la lanza que atravesó su costado. Otra posibilidad es que los Templarios, en sus excavaciones subterráneas, buscaban la cabeza de San Juan Bautista, supuestamente sepultada en ese lugar.
El Santo Grial.
La hipótesis más controvertida plantea que los Templarios pudieron haber descubierto información sobre la descendencia de Jesucristo. Se especula que pudieron haber protegido a un descendiente directo de Jesús, posiblemente vinculado a un supuesto matrimonio entre él y María Magdalena. Esta teoría sugiere que la expresión latina para santo grial (sang real), podría ser una interpretación equivocada, refiriéndose en realidad a ‘sangre real’.
De acuerdo con esta perspectiva, Jesús habría formado una familia, y sus descendientes constituirían el verdadero ‘Grial’. La idea de la ‘sangre real’ parece más plausible que la existencia de una reliquia como fuente del poder de los Templarios. La posibilidad de que Jesús tuviera una familia podría cuestionar los cimientos del cristianismo y desafiar la estructura de poder de la Europa medieval. La Iglesia, sin duda, haría lo que fuera necesario para mantener tal información en secreto.
Lo que los Templarios encontraron sigue siendo un misterio, pero los eventos subsecuentes son claros. Hugo de Payens, fundador de los Templarios, dejó Tierra Santa para participar en el Concilio de Troyes en Francia. Aunque los detalles de las deliberaciones son desconocidos, el resultado es evidente: el Papa Honorio II otorgó su bendición a los Templarios, y su sucesor, el Papa Inocencio II, les concedió un poder extraordinario.
Los Precursores de las Finanzas
Catedral de Chartres. (Wikimedia Commons)
En el epicentro de Londres se erige una de las iglesias más hermosas pertenecientes a la orden, conocida como la Iglesia del Temple. Esta destaca por su emblema distintivo de los templarios: dos caballeros compartiendo un mismo corcel. Contrario a la estructura típica de las iglesias de la época medieval, su arquitectura es circular. El propósito de su diseño era emular la sacralidad del Santo Sepulcro en Jerusalén, lugar al que aspiraban llegar todos los peregrinos. Pero no era meramente un lugar de culto, sino también un importante centro de acopio de riquezas. En el año 1307, el monarca inglés ingresó a la Iglesia del Temple y extrajo un total de 50.000 libras esterlinas, además de apropiarse de oro y zinc. Los templarios, por su parte, parecían gestionar y administrar estos vastos activos con honradez y eficiencia.
Iglesia del Temple. (Wikimedia Commons)
A lo largo y ancho de Europa, los opulentos caballeros de la Orden del Temple comenzaron a ofrecer préstamos monetarios a la nobleza que enfrentaba dificultades financieras. La Orden del Temple gozaba de una posición privilegiada frente a otros acreedores cristianos, ya que tenían la capacidad de imponer intereses a través de todo el continente europeo. La negociación con dinero era una actividad escasa, ya que se consideraba pecaminoso el acto de prestar dinero con interés. Los templarios posiblemente fueron los pioneros en concebir el concepto del cheque y el crédito rotativo. Los peregrinos que se dirigían a la Tierra Santa depositaban sus fondos en una tesorería templaria local y, a cambio, recibían un documento que certificaba el monto ingresado. Al alcanzar su destino, este documento les servía como un cheque de viajero de la era medieval o una forma temprana de carta de crédito, una solución práctica aunque onerosa. Por este servicio, la orden llegaba a cobrar un interés de hasta el 10 por ciento. A pesar de que los templarios profesaban la pobreza, esto no parecía repercutir en su conducta. Cada caballero pronunciaba un voto de pobreza, renunciando a la posesión individual de bienes. No eran acaudalados personalmente, pero la orden tenía la autorización de administrar esos fondos para sus operaciones comerciales.
El Inicio de la Decadencia
Hacia el ocaso del siglo XIII, la Orden de los Templarios emergió como una de las fuerzas más acaudaladas y dominantes del continente europeo. No obstante, la codicia y el resentimiento acechaban, dando pie a una conspiración implacable. Después de doscientos años de conflictos, las facciones musulmanas se consolidaron una vez más bajo la égida de los sultanes de Egipto. El fervor por las cruzadas comenzó a decaer en Europa, y con el transcurso del tiempo, estas expediciones se tornaron excesivamente onerosas, tanto en términos humanos como materiales, sembrando dudas sobre su viabilidad futura. En las contiendas de Jaffa y El Mansurá, los ejércitos musulmanes infligieron derrotas decisivas a las fuerzas cruzadas.
Caballeros Templarios
Para el año 1290, la Orden del Temple había sido reducida a la posesión de una única fortaleza en la Tierra Santa. Durante el sitio de Acre, este último bastión también es perdido, y los musulmanes vuelven a tomar control completo de la región. Los templarios se ven obligados a replegarse hacia la isla de Chipre. La pérdida de Acre provocó un desencanto generalizado respecto al concepto de las cruzadas. Con los recursos de Europa y los del ejército diezmados por estas guerras santas, que ahora parecían fútiles, la percepción pública sobre la relevancia y el rol de los templarios empezó a ser cuestionada.
La Caída de los Templarios
El futuro de la orden quedó en manos de un nuevo líder, el aristócrata francés Jacques de Molay, quien insistió en lanzar una cruzada adicional desde Chipre, aunque sin éxito. En el año 1307, de Molay fue convocado al cuartel general de la orden en París por el Papa Clemente V para una reunión en Francia con el fin de revisar las finanzas y discutir iniciativas futuras. Coincidentemente, su llegada a Francia se produjo en un momento en que el rey Felipe IV atravesaba una grave crisis financiera. Conocido como “El Hermoso” por su apariencia, Felipe IV se encontraba sumido en enormes deudas. Sus conflictos bélicos con Inglaterra habían comprometido las finanzas de Francia, siendo la Orden del Temple su principal acreedor. En un intento por solventar sus obligaciones financieras de manera drástica, Felipe IV ordenó la detención de los templarios bajo una serie de acusaciones falsas, imputándoles los actos de herejía más atroces imaginables en aquellos tiempos medievales.
(Wikimedia Commons)
Hay quienes argumentan que la creencia supersticiosa en torno al viernes 13 tiene su origen en aquel día específico de octubre de 1307, un viernes 13. En esa jornada, Jacques de Molay junto a numerosos templarios franceses fueron emboscados y capturados. La tortura, lejos de ser un castigo por crímenes cometidos, se empleaba como un medio para forzar confesiones. El método de tortura prevalente era el uso del potro, un dispositivo de madera al que se sujetaban cuerdas conectadas a un mecanismo giratorio, diseñado para provocar la dislocación de muñecas y tobillos. En París, alrededor de cien templarios sufrieron esta clase de tormento.
Las Acusaciones de Herejía
Baphomet.
Diversos miembros de la Orden del Temple admitieron venerar a Baphomet, un elemento sorprendente dentro de las acusaciones formuladas contra ellos. Había quienes lo consideraban una representación diabólica, un aspecto sensacional de su proceso que buscaba vincularlos con prácticas oscurantistas. Algunos académicos han postulado que “Baphomet” podría ser una interpretación incorrecta de “Mohamed”, indicando que los templarios integraban distintas corrientes espirituales en sus rituales. Muchos templarios habían servido por largos periodos en Tierra Santa, y es plausible que algunos adoptaran discretamente aspectos de la fe musulmana, como el respeto hacia el profeta Mohamed.
El monarca Felipe IV instó a que los acusados de herejía fueran juzgados, y el papa Clemente V, aunque reticente, accedió. En el año 1314, Jacques de Molay, el último Gran Maestre de la Orden del Temple, fue ejecutado en la hoguera frente a la Catedral de Notre Dame. Antes de su muerte, pronunció una maldición:
“¡Por la sangre de los inocentes que has derramado, Felipe, rey impío! ¡Y tú, Clemente, traidor de tu fe! ¡La divinidad vengará nuestro fin, y ambos pereceréis en el lapso de un año!”.
Cumpliendo la maldición, el papa Clemente V murió al cabo de un año. Pocos meses después, Felipe IV encontró su fin en un accidente de caza, y su consejero Guillermo de Nogaret falleció envenenado.
Cortesía: periodicoelnuevomundo.com
La existencia de la Orden del Temple ha cesado, y sus fortalezas han sido confiscadas. El vasto tesoro templario, que había sido testigo el propio rey Felipe, se esfumó de forma enigmática cuando sus soldados arribaron para reclamarlo. Circulan rumores de que dos grandes carretas repletas de riquezas abandonaron París en la víspera de la detención masiva, aquel infausto viernes 13. Desde entonces, el rastro de los templarios se perdió en la historia.
Transcurridos 700 años desde el ocaso de la Orden del Temple, el enigma de su legado perdura, tan cautivador como siempre. Es este velo de misterio el que asegura que el mito de los caballeros templarios continúe inmortalizado en el tiempo.
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