Hace cuatro años, un equipo de investigadores dirigido por Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff, anunció el descubrimiento de grandes cantidades de fosfina en las nubes de Venus. Lo curioso es que este gas está asociado con la vida en la Tierra.
Así, el equipo de científicos sugirió que, a pesar del ambiente altamente ácido de Venus, la vida podría florecer en sus nubes. La suposición era demasiado atrevida y, por lo tanto, provocó mucha controversia entre los científicos.
Pero Greaves y sus colegas han aportado ahora nuevas pruebas que apoyan su teoría. Esta vez, los investigadores encontraron amoniaco en Venus, que se sabe que es otro gas asociado con la actividad biológica en la Tierra.
El equipo continúa argumentando que el segundo planeta desde el Sol tiene su propio ecosistema.
“Tal vez exista algún tipo de vida microbiana en Venus que produzca amoníaco, ya que ésta sería una forma elegante de regular su propio entorno. Como sabemos, el amoníaco haría que el entorno fuera menos ácido y más adecuado para la supervivencia.
“Este nivel de acidez podría compararse con algunos de los lugares más extremos de la Tierra, por lo que no es completamente una locura”, dice el autor del estudio, Greaves.
Es cierto que todavía hay una brecha entre lo “no del todo loco” y la evidencia convincente de vida extraterrestre.
“Existen muchos otros procesos que podrían alimentar la atmósfera de Venus con amoníaco. Entendemos por qué el amoníaco podría ser útil para la vida
Pero no podemos entender cómo se produce este amoniaco o fosfina, pero el primero tiene un propósito funcional que parece lógico”, dice el astrofísico del Imperial College de Londres Dave Clements, quien proporcionó evidencia aislada de la existencia de amoniaco en Venus.
El profesor de ciencias planetarias de la Universidad de Aberdeen, Javier Martin-Torres, fue quien desafió los argumentos de Greaves hace unos años y concluyó que la presencia de agua en la atmósfera de Venus es demasiado pequeña para que sea apta para cualquier tipo de vida.
Pero Torres coincide en que la presencia de amoníaco en el ambiente altamente ácido de Venus es intrigante. Dijo que el descubrimiento “desafía nuestra comprensión y sugiere que puede estar involucrada una química más compleja”.
Afortunadamente, la sonda DAVINCI de la NASA, que se sumergirá en la atmósfera de Venus en la década de 2030 para estudiar su composición, podrá poner fin al debate.
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