En 2002 el periódico británico The Sunday Telegraph reportó que el Vaticano había prohibido la veneración de aquellos ángeles que no aparecen en los textos aprobados de la Biblia.
Ésta era una tentativa de contrarrestar la influencia de grupos anónimos New Age que estaban supuestamente reclutando a nuevos miembros dentro de la Iglesia Católica.
En el futuro, los rezos eran sólo para ser dirigidos a los tres únicos arcángeles que son mencionados en la Biblia (Miguel, Gabriel y Rafael). Según el apócrifo y prohibido Libro de Enoc éstos fueron los seres angelicales responsables de encadenar a los malvados ángeles caídos, o Vigilantes, que habían transgredido la ley de Dios.
El reporte noticioso decía que la Iglesia primitiva había excluido dicho libro, atribuido al profeta del Antiguo Testamento y patriarca Enoc, de la versión autorizada de la Biblia, porque describía a estos ángeles caídos y sus actividades.
¿Quiénes son los Vigilantes o ángeles caídos, y por qué estaba la Iglesia temprana y también el Vaticano moderno tan preocupados por ellos?.
Génesis 6:1-4 dice:
«Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la Tierra, y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran bellas; y tomaron esposas de entre todas las que eligieron».
Tradicionalmente los Ben Elohim o «hijos de Dios» eran varios cientos, y ellos descendieron a la Tierra sobre el monte Hermón [entre el Líbano y Siria]. Significativamente, aquél era un lugar sagrado tanto para los cananeos como para los hebreos que invadieron su tierra.
En tiempos posteriores, en sus laderas fueron construidos lugares consagrados a los dioses Baal, Zeus, Helios y Pan, y a la diosa Astarté.
Estos Ben Elohim o «ángeles caídos» también eran conocidos como los Vigilantes, los Grigori y los Irin. En la mitología judía los Grigori eran originalmente una orden superior de ángeles que moraban en el más alto cielo con Dios y parecían seres humanos en su aspecto [G. A. Davidson, Dictionary of Angels, 1971, p. 127].
El título «Vigilante» simplemente significa «el que vigila», «aquellos que cuidan», «aquellos que están despiertos» o «aquellos que no duermen». Estos títulos reflejan la relación única entre los Vigilantes y la raza humana desde antiguos tiempos.
En la tradición esotérica luciferina ellos eran una especial orden de élite de seres angelicales creados por Dios para ser pastores terrenales de los primeros humanos primitivos.
Su tarea era observar y vigilar a la emergente especie humana e informar acerca de su progreso. Sin embargo, ellos se vieron limitados por la principal directriz divina de no interferir en la evolución humana. Lamentablemente ellos decidieron ignorar la orden de Dios y desafiar sus órdenes, y convertirse en maestros de la raza humana, con desafortunadas repercusiones tanto para ellos como para la Humanidad.
La mayor parte de la información que tenemos sobre los Vigilantes y sus actividades proviene del apócrifo Libro de Enoc.
En la Biblia ortodoxa el profeta Enoc (del hebreo «hanoj» = instructor) es una figura misteriosa. En Génesis 4:16-23 él es descrito como hijo de Caín, el labrador, y la primera ciudad construída por su padre es bautizada en honor de Enoc.
Posteriormente en Génesis 5:18-19, y varias generaciones más tarde, Enoc es llamado hijo de Jared, y es durante su vida que los Vigilantes llegan o encarnan en cuerpos humanos.
En el apócrifo Libro de los Jubileos, según se afirma dictado por «un ángel del Señor» a Moisés en el monte Sinaí cuando él también recibió los Diez Mandamientos, se dice que Enoc fue «el primero entre los hombres que nacen en la Tierra que aprendió la escritura, el conocimiento y la sabiduría».
También dice que Enoc puso por escrito «los signos del Cielo» (los signos zodiacales) según sus meses en un libro. Esto fue para que los seres humanos pudieran conocer las estaciones de los años en relación al orden de los meses y sus respectivas influencias estelares y planetarias.
La indicación es que Enoc recibió esta información de fuentes extraterrestres angelicales, es decir, de los Vigilantes, y por lo tanto él era un ejemplo cultural.
Los Ángeles Caídos Instruyen a la Humanidad
Doscientos de los «ángeles caídos» descendieron desde el reino celestial sobre la cumbre del monte Hermón, y ellos quedaron tan impresionados con la belleza de las mujeres humanas que, usando sus nuevos cuerpos materiales, tuvieron sexo con ellas.
Esto posteriormente provocó la ira de Yahvé y, según la Biblia, la consecuencia de este mestizaje entre los Caídos y los mortales condujo a la creación de una descendencia semi-angélica y semi-humana (Génesis 6:4).
Estos hijos fueron llamados los Nefelim o Nephilim, y ellos fueron la raza gigantesca que alguna vez habitó la Antigua Tierra.
Los ángeles caídos enseñaron a sus mujeres e hijos una variedad de nuevas habilidades tecnológicas, conocimiento mágico y sabiduría oculta. Esto sugiere que las capacidades psíquicas y los poderes mágicos fueron originalmente una herencia antigua del reino angelical dado a los primeros humanos.
En la tradición luciferina esto es conocido en términos espirituales y metafóricos como tener «sangre de bruja», «sangre de elfos» o «sangre de hadas», la cual es poseída por brujas y magos.
En el Libro de Enoc se dice que el líder de los ángeles caídos se llamaba Azazel, y él a menudo es identificado con Lucifer (el Portador de la Luz) o Lumiel («la luz de Dios«).
Él enseñó a los hombres a forjar espadas y a hacer escudos y armaduras. Azazel también les enseñó la metalurgia y cómo sacar metales de la tierra y a usar metales diferentes. A las mujeres él les enseñó el arte de hacer pulseras, ornamentos, anillos y collares de metales y piedras preciosos.
Él también les mostró cómo «embellecer sus párpados» con kohl y el uso de trucos cosméticos para atraer y seducir al sexo opuesto. De estas prácticas Enoc dice que provino mucha «impiedad», y que hombres y mujeres cometieron fornicación, se extraviaron y corrompieron sus caminos.
Ésta fue la base para que la Iglesia temprana condenara a los ángeles caídos por enseñar a las mujeres a hacer collares de piezas de oro y pulseras para sus brazos. Pablo dijo que las mujeres deberían cubrir su cabeza en la sinagoga (1ª Corintios 11:5-6).
Esto era porque se suponía que los ángeles caídos eran atraídos hacia las mujeres humanas con cabello largo y suelto. La costumbre de las mujeres de cubrir su pelo en las iglesias todavía se encuentra en el catolicismo romano y también en las costumbres del Islam.
El ángel caído Semyaza, otra forma de Azazel, dice Enoc que hubo enseñado a la gente el uso de partes de raíces y el arte mágica del encantamiento; el ángel caído,
Armaros enseñó la anulación de encantamientos
Baraquiel enseñó la astrología
Kokabiel, el conocimiento de las constelaciones (astronomía)
Chazaquiel, el conocimiento de las nubes y el cielo (ciencia meteorológica y adivinación)
Shamsiel, los signos del Sol (los misterios solares)
Sariel los cursos de la Luna (los ciclos lunares usados en horticultura y agricultura y los misterios lunares esotéricos)
Penemuel instruyó a los humanos en el arte de la escritura y la lectura
Kashdejan enseñó el diagnóstico y la curación de enfermedades y la ciencia de la medicina
Es obvio, a partir de estas descripciones de las capacidades educativas de los Vigilantes, que ellos fueron ejemplos culturales y los portadores de la civilización para la raza humana temprana.
Es por lo tanto extraño que en los textos religiosos ortodoxos judeo-cristianos ellos sean representados falsamente como malvados corruptores de la Humanidad.
Alguna idea del exaltado estatus original y de la verdadera naturaleza de los «hijos de Dios» y de «los ángeles del Señor» puede ser encontrada escondida en los antiguos anales del saber angelical.
Por ejemplo, Kokabiel es descrito como,
«un gran príncipe angélico que gobierna sobre las estrellas».
[Ibid., p. 164]
En los Oráculos Sibilinos, Araquiel es uno de los ángeles caídos que guía las almas de los muertos hacia el juicio en el inframundo.
Shamsiel, muy probablemente en su origen un dios babilónico del Sol, fue llamado «el príncipe del Paraíso» porque él era uno de los ángeles guardianes que vigilaban las puertas en Edén. En este papel él llevó a Moisés a ver el jardín divino, y también vigilaba los tesoros del rey David y su hijo Salomón el Sabio.
Esta referencia puede ser a los tesoros espirituales más bien que al oro físico y joyas. En el Zohar judío él es llamado como el principal ayudante del poderoso arcángel Uriel y como el que lleva su estandarte en la batalla.
Sariel era un ángel asociado con la fertilidad de la tierra y el equinoccio de primavera en Marzo (en el hemisferio Norte).
Él gobernaba el signo marcial del Zodiaco, Aries el Carnero, y era invocado por su protección contra el poder maléfico del mal de ojo.
Azazel – Lucifer – Lumiel
Azazel, el líder de los Vigilantes, como ya se mencionó, era identificado con Lucifer o Lumiel.
En el Corán se dice que Lucifer-Lumiel (Iblis) se rebeló contra Alá porque se le dijo que se inclinara y adorara al «hombre de la tierra» nacido del barro, Adán, lo cual rechazó. Él fue obligado a luchar en el Cielo con el arcángel Mikael o Miguel y su Ejército del Señor.
Como resultado, Lumiel y sus ángeles rebeldes fueron expulsados del Cielo y cayeron a la Tierra. Aquí Lumiel se convirtió en el «Señor del Mundo», y en la mitología cristiana él fue falsamente identificado con el monstruo imaginario Satán (hebreo ha-Satán = el adversario, el acusador).
Sin embargo, esotéricamente en la tradición luciferina, Lumiel o Lumial no es una figura satánica malvada que atrae a la especie humana a la tentación y a malas acciones, como la Iglesia lo representa, sino que él es,
«el ángel de Dios [que] se rebeló contra el orden cósmico estático y establecido, y puso en movimiento las fuerzas de cambio y evolución».
[Stephen Flowers, Fire and Ice, 1990, pp. 43-44]
Es posible que Lumiel pueda haberse originado en Canaán como Shahar, el dios de la estrella de la mañana (Venus).
Él tenía un gemelo llamado Shalem, quien también era simbolizado por el planeta Venus, pero como la estrella vespertina. Estos divinos gemelos brillantes y oscuros representaban la luz solar que emerge desde la oscuridad de la noche al amanecer y que desciende a ella al anochecer.
Ellos eran los hijos de la diosa Ashera [o Astarté o Astarot], y hay pruebas arqueológicas del Oriente Medio de que los hebreos adoptaron la adoración de aquélla cuando se establecieron en Canaán y de que practicaron su adoración junto a la reverencia hacia el tribal dios de la tormenta Yahvé.
El Antiguo Testamento contiene varias referencias a la continua adoración de Ashera como «Reina del Cielo» por los supuestamente monoteístas hebreos. Aquello tenía lugar en santuarios en arboledas sagradas en las colinas, donde hacían ofrecimientos de pasteles e incienso a la diosa. En la mitología cananea, Shahar, como el Señor de la Estrella de la Mañana, fue echado del Cielo por desafiar al alto dios El en la forma de un rayo.
En aquella forma él fertilizó a la Madre Tierra con su fuerza fálica divina.
Azazel es representado como un herrero metálico y un hechicero o mago que trabaja con fuego. Él también ha sido comparado con el primer herrero bíblico, Tubal-Caín, un descendiente del semi-humano y semi-angélico Caín, «el primer asesino». El nombre actual Azazel ha sido diversamente traducido como «dios de la victoria», «la fuerza de Dios«, «el dios fuerte» e incluso «el dios cabra».
En el apócrifo Apocalipsis de Abraham, él es llamado «el señor de los paganos», sugiriéndose que él había sido al principio un dios pagano.
Él también ha sido identificado con la serpiente del mito de Edén que sedujo a la primera mujer y «Madre de Todos los Vivientes», Eva. En un texto persa conocido como el Urm al-Jibab o el Libro Primordial, que data del siglo VIII d.C., se dice que el ángel Azazil o Azazel rechazó reconocer la superioridad de Adán sobre los ángeles.
Por lo tanto Alá lo expulsó a él y a sus ángeles rebeldes del reino celestial para que viviera en la Tierra. Más generalmente en el folklore islámico Azazel o Azrael es el ángel de la muerte, y actúa como un guía para las almas de los muertos.
En Levitico 16:8-10 y en los Rollos del Mar Muerto está registrado un curioso ritual hebreo que presenta a Azazel como el nombre para el «chivo expiatorio» que se lleva los pecados comunitarios de Israel.
Allí se dice que el sumo sacerdote Aarón tomó dos cabras del rebaño y echó suertes (adivinación practicada) para elegir cuál sería el chivo expiatorio y sacrificado como una «ofrenda por el pecado».
Los Rollos del Mar Muerto dicen que el sumo sacerdote confesaba todas las «impurezas de los hijos de Israel» sobre la cabeza de la cabra Azazel.
Mediante este acto ritualmente simbólico él transfería al infortunado animal toda la culpa y pecados de ellos, de manera que pudieran ser absueltos de los mismos. La cabra era entonces echada al desierto para morir o arrojada por un precipicio para que se rompiera en pedazos en las rocas debajo.
Este concepto antiguo y arquetípico del chivo expiatorio sacrificado por los pecados de la raza humana y abandonado en el desierto, es un motivo poderoso y potente que aparece varias veces en los mitos bíblicos. Puede ser visto en la historia de Caín, que se convierte en un vagabundo exiliado en la Tierra, después de ser marcado por Yahvé y desterrado al «Este de Edén» después de matar a su hermano Abel.
En una leyenda judía el sabio rey Salomón, un poderoso mago que podía invocar y controlar a los demonios, cayó de la gracia porque él «se prostituyó en pos de dioses extranjeros».
Él fue obligado por Yahvé a dejar Jerusalén y a vagar en el desierto disfrazado como un mendigo.
También después de su éxodo tras la esclavitud en Egipto, Moisés y los israelitas se vieron obligados a pasar cuarenta años vagando en el desierto antes de que se les permitiera entrar en la Tierra Prometida (Canaán). En la antigua mitología egipcia, el dios de la oscuridad Set es representado como un divino marginado que habita en el desierto, y Lilith o Liliya, la primera esposa de Adán, después de que abandonó a éste, huyó al desierto lejos del hábitat humano.
En el Nuevo Testamento Jesús deambuló en el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches.
Él no fue aceptado como maestro en su propia ciudad de Nazaret, y fue rechazado como el Mesías prometido por su gente. Cuando Jesús fue crucificado, él simbólicamente asumió el papel del chivo expiatorio sacrificial que muere para limpiar los pecados de la raza humana.
Es posible que la descripción del ritual del dios-cabra Azazel pueda haber sido un rito de equinoccio de otoño o de cosecha, de origen sirio, hitita o cananeo, adoptado por los hebreos.
Originalmente una cabra habría sido seleccionada por medio de un ritual de adivinación y luego ofrecida a un dios o demonio del desierto que tenía que ser aplacado mediante derramamiento de sangre.
Finalmente el sacrificio fue hecho a Yahvé como una petición para que perdonara los pecados de sus seguidores.
Se creía popularmente que Azazel tenía un séquito de demonios en forma de peludos machos cabríos conocidos como los se’irim, los cuales, tal como los Vigilantes, deseaban a las mujeres humanas. No puede ser una coincidencia total el que la Iglesia haya imaginado al Diablo o Satán bajo la forma de un peludo semi-humano macho cabrío con un gran falo erguido y que tenía relaciones sexuales con sus adoradoras en el sabbath de las brujas.
Semyaza es visto por algunos luciferinos modernos como el emisario de Lumiel, o como uno de sus avataras (un ser divino encarnado en forma humana).
Él no sólo se enamoró de las mujeres humanas, sino también de la deidad babilónica Ishtar, la diosa del amor y la guerra. Ella prometió tener sexo con él si éste a cambio le revelaba el nombre secreto de Dios. Cuando Semyaza se lo dijo, Ishtar usó ese conocimiento prohibido para subir a las estrellas, y ella reinó sobre la constelación de las Pléyades o las Siete Hermanas.
Mientras los otros Vigilantes fueron acorralados por los arcángeles y castigados por Yahvé, Semyaza voluntariamente se arrepintió de su error y se condenó a sí mismo a colgar cabeza abajo en la constelación de Orión el Cazador, con quien él es a veces identificado en la tradición luciferina.
En la tradición kabalística, Naamah, la hermana del primer herrero bíblico Tubal-Caín, sedujo a Azazel, y ha sido asociada con Ishtar [Michael Howard y Nigel Jackson, The Pillars of Tubal Cain, 2003, p. 65; Michael Howard, The Book of Fallen Angels, 2004].
«Una Raza entre Dioses y Hombres»
Como hemos visto, el resultado final de las relaciones ilícitas entre los Vigilantes y las «hijas de los hombres» fue, según la propaganda judeo-cristiana, el engendramiento de una raza monstruosa de belicosos gigantes caníbales y bebedores de sangre llamados los Nephilim.
En Génesis 6:4 se los describe menos dramáticamente como «los poderosos hombres de antaño, los varones de renombre». Al principio ellos fueron alimentados por Yahvé con maná (¿ambrosía, el alimento de los Dioses?) para que dejaran de consumir carne humana, pero ellos lo rechazaron.
Ellos en cambio mataron animales como comida, y luego comenzaron a perseguir y a comer presas humanas.
Se ha especulado que esta leyenda está basada en los hábitos culinarios de los pastores nómadas del desierto en Oriente Medio, quienes eran voraces comedores de carne. En el mito bíblico de Caín y Abel, la disputa entre los dos hermanos que condujo al primer asesinato es acerca de la naturaleza de los ofrecimientos hechos a Yahvé.
Abel, «un pastor de ovejas» o pastor nómada, ofreció «las primicias del rebaño», y Caín, que era «un labrador de la tierra» o agricultor-jardinero, ofreció «los frutos de la tierra» (Génesis 4:2-4).
Los ofrecimientos quemados de Abel de carne de animal y sangre complacieron a Yahvé, pero éste rechazó las verduras, los cereales y frutos ofrecidos por su hermano. En un nivel puramente material, a diferencia de una metáfora mítica y espiritual, esta historia puede reflejar la lucha por el dominio entre los pastores nómadas y los primeros agricultores de la Era Neolítica en el Oriente Medio.
La idea de héroes semi-divinos nació de los mitos antiguos de uniones entre dioses y mortales. El poeta y escritor griego Píndaro (518-438 a.C.) describió a los héroes del pasado como «una raza entre Dioses y hombres».
En los Rollos del Mar Muerto los terribles Nephilim comedores de humanos son de hecho descritos como los guardianes del conocimiento arcano que,
«conocían todos los misterios de la Naturaleza y la Ciencia».
Hay también referencias indirectas a las técnicas de reproducción que ellos enseñaban, lo que sugiere que ellos instruyeron a los primeros humanos en la domesticación y crianza de animales.
Referencias adicionales también insinúan experimentos que condujeron a la creación de «monstruos» por medio del cruce de animales de especies diferentes y no relacionadas.
En el ocultismo teosófico moderno hay leyendas acerca del continente perdido de Atlántida que afirman que sus científicos criaron híbridos semi-humanos y semi-animales como una raza esclava.
En nuestro propio tiempo los científicos están experimentando con investigación genética y experimentos de clonación animal.
Se rumorea ampliamente que en China hubo recientemente intentos abortados de crear una nueva especie híbrida mitad humana y mitad animal. Estos experimentos antinaturales condujeron al desastre cataclísmico que destruyó la Atlántida.
Esto también está relacionado con la destrucción de los Nephilim y la temprana raza humana en el Diluvio bíblico.
Los registros de tal acontecimiento también pueden ser encontrados en la mitología de los pueblos antiguos de todo el mundo, y especialmente entre los babilónicos en Oriente Medio.
De hecho, se ha sostenido que la historia de Noé y el Diluvio en el Antiguo Testamento tuvo su origen en mitos babilónicos y sumerios.
10.000 a.C. y el Final de la Era Glacial
Se sabe que alrededor de 10.000 a.C. parece haber habido una explosión cultural que transformó a la temprana Humanidad.
Al final de última Era Glacial aparecieron los primeros signos de la agricultura en Oriente Medio, con un cambio desde un estilo de vida nómade de cazadores-recolectores al de la agricultura establecida.
Esto marcó el comienzo de la civilización en esta área. Tan pronto como en 9500 a.C., la cebada, el trigo y el centeno, y la avena, los guisantes y las lentejas, estaban siendo cultivados por nuestros antepasados neolíticos en lo que es ahora el moderno Kurdistán, entre Turquía e Irak. Al mismo tiempo los perros, las cabras y las ovejas también fueron domesticados.
Dentro de mil años se estaba practicando la fusión de cobre y de plomo en Anatolia (moderna Turquía), y los arqueólogos creen que ese proceso fue descubierto primeramente en Kurdistán, junto con la fabricación de cerámica y el tejido.
La antigua cultura kurda fue también la primera en desarrollar una escritura, y fue una de las sociedades alfabetizadas más tempranas en el Oriente Medio.
Los kurdos afirman ser descendientes de los «Hijos del Djinn» (espíritus o genios), la descendencia de un acoplamiento entre los djinns y las mujeres mortales. En algunas partes del Kurdistán, sobre todo entre la secta de los yezedis, quienes adoran al Ángel Pavo Real (Azazel, el líder de los ángeles caídos), puede ser encontrada gente alta, rubia y con ojos azules.
Aunque los antropólogos creen que ellos pueden ser de antiguos ancestros europeos, la creencia del folklore popular entre los kurdos dice que ellos son descendientes de los «Hijos de los Genios», que en tiempos antiguos trajeron la civilización a la temprana Humanidad.
En general el Oriente Medio antiguo era conocido como «la cuna de la civilización», al haber sido fundadas en el área mesopotámica (modernos Irak e Irán) las más antiguas ciudades-Estados. Los antiguos pueblos autóctonos de la región, los sumerios y los acadios, desarrollaron el primer lenguaje escrito, estudiaron la astronomía y crearon bibliotecas.
Los babilónicos y los asirios los siguieron, y en la mitología de todas estas razas hay historias de cómo los dioses descendieron a la Tierra y les enseñaron las artes de la civilización.
En el Libro de Enoc se dice que cuando Yahvé vio la anarquía, el caos, la corrupción y la inmoralidad sexual que había sido causada por la interacción de los Vigilantes y los humanos, él decidió intervenir mediante los arcángeles Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel.
Él ordenó que Rafael atara a Azazel de manos y pies, como a una cabra de sacrificio, y que lo arrojara en un barranco profundo en el desierto.
Gabriel fue enviado a una misión divina para destruir a,
«los bastardos y réprobos» y a «los hijos de los Vigilantes entre los hombres».
[R. H. Charles, The Book of Enoch, 1912, p. 37]
El arcángel Miguel, comandante del Ejército de Dios, fue enviado a arrestar a Semyaza y a encadenarlo «bajo la tierra» hasta el Día del Juicio Final. Como hemos visto, el ángel caído se arrepintió de sus pecados y se condenó él mismo al exilio cósmico entre las estrellas.
El Libro de los Jubileos dice que los arcángeles ataron a los Vigilantes «en las profundidades de la tierra», y en el folklore judaico ellos están encarcelados en un misterioso «segundo Cielo».
Sin embargo, también se dice que algunos de estos «poderosos guerreros» tienen reservado un lugar especial para ellos en el Sheol, el Inframundo según los judíos. Allí se dice que ellos están en un estado «con escudo y lanza intactos».
Christian O’Brien ha sugerido [The Genius of the Few, 1985] que hay una conexión entre los bíblicos Vigilantes y los semi-divinos y semi-míticos Tuatha De Danann (los Hijos de la Diosa Dana).
Esta raza de antiguos magos descendió a la Tierra en la sagrada colina de Tara en la Irlanda prehistórica. Con la llegada del cristianismo, los Tuatha De Danann fueron desterrados a las «colinas huecas» y se convirtieron en los Sidhe (Shee) o los «Brillantes», los elfos y las hadas del folklore irlandés.
Siempre ha existido una fuerte creencia entre la clase campesina de Irlanda en cuanto a que la Gente Buena o hadas fueron originalmente los ángeles caídos que se pusieron de parte de Lucifer en la Batalla del Cielo.
En este artículo nos hemos referido constantemente a los Vigilantes como seres angelicales con una forma espiritual que se encarnaron en cuerpos físicos para tener relaciones sexuales con mujeres mortales.
En años recientes, ha sido publicada una considerable cantidad de literatura especulativa sugiriendo que en cambio ellos eran de origen terrenal. Populares autores éxitos de ventas, como Andrew Collins [From the Ashes of Angels, 1996; Los Dioses del Edén, 1998], Graham Hancock e Ian Lawson, han afirmado que el mito bíblico de los Vigilantes representa los recuerdos de una primigenia «raza antigua» de súper-humanos que pertenecían a una perdida civilización, que enseñó su tecnología a gente más primitiva.
Lawson ha afirmado que esta (desconocida) raza antigua pueden haber sido almas espiritualmente avanzadas que se encarnaron para ayudar a la temprana especie humana, y que fueron corrompidas por ésta en el proceso.
Simbolismo del Mito de los Ángeles Caídos
¿Cuál es el significado esotérico detrás del mito de los ángeles caídos, la expulsión de Lucifer desde el Cielo y la Caída del Hombre, como está representado en la saga del Jardín de Edén?
Los mitos babilónicos, hititas, cananeos, iranios, egipcios, griegos y nórdicos, todos describen en diversas formas una lucha entre el supremo dios-padre, que representa el orden cósmico y la armonía, y un dios rebelde más joven que desafía y trata de derrocar la autoridad divina.
Aunque estos conflictos por lo general han tenido lugar en una época pre-humana, ellos también son a veces representados como ocurriendo en la Historia mundial, y a menudo están relacionados con la creación y el desarrollo temprano de la especie humana y la aparición de las civilizaciones antiguas.
Simbólicamente, Lucifer o Lumiel es conocido como el Señor de la Luz, en tanto él es el primogénito de la creación.
Él representa la activa energía cósmica del universo, y ha sido identificado con el fuego, la luz, el poder fálico, el pensamiento independiente, la conciencia, el progreso, la libertad y la independencia.
La fundadora de la moderna Sociedad Teosófica, Helena Blavatsky, describió al Portador de la Luz como,
«el espíritu de la iluminación intelectual y la libertad de pensamiento» sin cuya influencia la Humanidad sería «no mejor que los animales».
[The Secret Doctrine vol. II, India, 1921, p. 171, 255, 539]
En la Biblia, Lucifer (o Satán como lo llaman equivocadamente) a menudo es representado en una forma reptiliana como un dragón o una serpiente.
En las mitologías occidentales esa criatura es comúnmente tergiversada como un símbolo de los poderes de la oscuridad, el caos y mal. Por contraste, en la mitología de Oriente el dragón es un buen presagio que representa la fertilidad y la buena fortuna. Lumiel-Lucifer a menudo es identificado con la serpiente del mito edénico descrito en el Génesis.
En la tradición luciferina, la serpiente bíblica es considerada como la personificación del conocimiento, la sabiduría y la iluminación que liberó a los primeros humanos de la ignorancia espiritual impuesta a ellos por Yahvé.
La serpiente es vista como el símbolo de una fuerza de liberación exterior que literalmente abrió los ojos de Adán y Eva a la realidad del universo creado y a las maravillas del mundo material.
La serpiente, culebra o dragón es una antigua imagen mítica y arquetípica del poder fálico solar o fuerza de vida que está asociada con Lucifer y la explosión de luz después del divino acontecimiento celeste que creó el universo (conocido por los científicos modernos como el Big Bang). Cuando el primer hombre y la mujer comieron el fruto prohibido del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal en el jardín astral o celestial, ellos llegaron a estar conscientemente despiertos.
Su primera comprensión fue que sus «envolturas de carne» estaban desnudas.
Ellos se apresuraron a cubrir sus genitales cuando se dieron cuenta del llamado «poder de la serpiente» o kundalini, que puede ser incrementado mediante las relaciones sexuales y actos sexuales no reproductivos.
Ellos también comieron del Árbol de la Vida que inició el ciclo de nacimiento, vida, muerte y renacimiento, y de las almas humanas encarnándose en la forma física.
Curiosamente, el antropólogo y profesor chamánico doctor Michael Harner ha descrito una experiencia que él tuvo en la selva del Amazonas peruano después de participar de la vid alucinógena ayahuasca.
Él tuvo una visión de un barco con un dragón en la proa con una tripulación de humanos con cabezas de ave.
Él luego encontró una antigua raza de entidades reptilianas que cree existe dentro de cada ser humano en el tronco cerebral, en la base del cráneo y en la cima de la columna vertebral.
Estas formas de vida reptilianas le dijeron al doctor Harner que ellas habían llegado hace eternidades a la Tierra desde las estrellas. Supuestamente, ellos crearon la vida aquí, de manera que ellos tuvieran algún lugar donde esconderse y fueran los verdaderos amos del planeta.
El antropólogo mencionó esto a un viejo chamán indio y éste le dijo que él ya sabía sobre esas entidades y que las llamaba los «Amos de la Oscuridad Exterior» [Michael Harner, The Way of the Shaman, 1980].
El mito de los Vigilantes, la Caída de Lucifer y la Caída del Hombre, todos representan el primitivo Tiempo del Sueño o «Edad de Oro» de armonía cósmica y terrestre e inocencia primordial que puede haber existido en el plano material o en alguna especie de plano astral o pre-material.
Es la destrucción física simbólica o real de este paraíso celeste o terrenal, donde la gente y los animales vivían juntos y se comunicaban por medio de una lengua universal, la que es reflejada en tales mitos y leyendas. En términos chamánicos esto es conocido como la Gran Separación, cuando los humanos ya no supieron o no entendieron el lenguaje de los animales.
Ése fue también un tiempo en que los humanos comenzaron a comunicarse en diferentes lenguas, y esto es representado por la historia bíblica de la Torre de Babel.
El mito de la Edad de Oro o Paraíso en la Tierra está estrechamente vinculado con la caída de Lucifer desde el Cielo y la disminución de su antiguo estatus como el primogénito de la creación para convertirse en el Señor del Mundo.
En un nivel simbólico y metafórico, así como en uno físico, también está relacionado con la separación de los humanos desde la Naturaleza y su medioambiente natural, que se está manifestando en nuestros tiempos modernos.
Fue la deliberada intervención de Lucifer y los ángeles caídos en la evolución humana, más bien que algún desafío a la autoridad cósmica, lo que en último término condujo a su caída desde la gracia divina. El único «crimen» de los Vigilantes consistió en que ellos quisieron ayudar al progreso de su rebaño humano.
Sin embargo, el rechazo de Lucifer-Iblis a reconocer la creación de los seres humanos significa que la Caída desde la gracia celestial era inevitable.
En la tradición luciferina, a Lumiel se le ha prometido la redención y la restauración de su antiguo estatus en el plan cósmico. Esto sólo puede llegar a ocurrir cuando la raza humana evolucione espiritualmente. Entonces es para beneficio de Lumiel y sus ángeles enseñantes el que nos ayuden a conseguir aquel fin.
La relación entre la Humanidad y el líder de los Caídos es por lo tanto en gran parte simbiótica, por cuanto ellos se necesitan unos a otros.
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