El enigmatico mundo de las “emisoras de números”
Vivimos en la era de espionaje hipertecnológico, correos electrónicos cifrados y criptografía aturdidora. sin embargo, en la radio de onda corta, aun se puede escuchar una figura de espionaje muy anticuada… Son las 13:03 de un martes en una habitación abarrotada con equipos de radio medianamente avanzados. De repente se escucha por onda corta es un mensaje de 10 minutos en clave Morse.Existe una pequeña comunidad de entusiastas que cree que este tipo de mensajes son un vestigio de la era de espionaje de la Guerra Fría. Se trata de las enigmáticas “emisoras de números” o “estaciones numéricas”. “Ein… zwei… drei…” En el apogeo de la Guerra Fría, los aficionados a la radio de todo el mundo comenzaron a notar unas transmisiones extrañas.Empezaban con una melodía extraña o el sonido de varios pitidos, seguidos por el inquietante sonido de una voz insolita de doncella contando en alemán o una escalofriante voz de un niño recitando letras en inglés.Al sintonizar estos mensajes en onda corta, muchos aficionados concluyeron que se utilizaban para enviar información codificada a través de grandes distancias. Escuchar estos mensajes era una experiencia peculiar, y los entusiastas les dieron nombres pintorescos como “La rapsodia sueca” o “La estación gong”.
Aunque los tiempos han cambiado y la tecnología ha avanzado, hay evidencia de que este aparentemente anticuado método de comunicación podría seguir en uso. A pesar de que las estaciones de números de onda corta puedan parecer de baja tecnología hoy en día, podrían seguir siendo la mejor opción para transmitir información a los agentes secretos, según varios expertos en espionaje.
“Nadie ha encontrado una forma más conveniente y rápida de comunicarse con un agente”, destaca Rupert Allason, un autor especializado en asuntos de espionaje que escribe bajo el seudónimo de Nigel West. “Para las agencias de inteligencia, su único propósito es comunicarse con sus espías en territorios prohibidos, donde es difícil usar métodos convencionales de comunicación”, le dijo a la BBC.
Un antiguo funcionario del GCHQ, el Cuartel General de Comunicaciones del gobierno británico, quien prefirió no ser nombrado y cuya tarea era interceptar señales enviadas al Reino Unido y rastrear estas estaciones de números en los años 80, también afirma rotundamente que son transmisiones para agentes secretos o mensajes para las embajadas. Se trata de una comunicación unidireccional: los emisores transmitían números a los destinatarios; estos no respondían.
¿Por qué habrían usado las estaciones de números? “El sistema es totalmente seguro porque los mensajes no pueden ser detectados; el destinatario puede estar en cualquier lugar del planeta”, explica Akin Fernández, creador del Proyecto Conet, un archivo del fenómeno de las estaciones de números. “Es simple: solo tienes que enviar a los espías a un país y decirles que compren una radio.”
“Sabrán dónde y cuándo sintonizar”, comenta a la BBC. Un espía, una radio y un código: eso es todo lo que se necesita para comunicarse de manera encubierta por onda corta. A Fernández le intrigaba el misterio de las estaciones de números. “Era tan extraño que quise saber más sobre el fenómeno”. Por eso, dedicó tres años de su vida a crear un archivo coherente de estas emisoras. “Una vez que las escuchas, te impactan”, dice. “Nunca imaginé que estaría hablando de ellas 17 años después de escuchar una transmisión por primera vez”.
¿Una broma? A diferencia de otros aspectos de la era de la Guerra Fría, las estaciones de números no dejaron una huella duradera en la cultura popular. “Es un tema aburrido… hasta que los escuchas”, dice Fernández. “Es una forma segura de comunicarse entre los servicios de inteligencia y sus espías, y es incomprensible”, apunta Phillip Davies, profesor de Política e Historia de la Universidad Brunel de Londres.
Sin embargo, el espionaje no fue la única explicación considerada. Algunos argumentaron que se trataba de una elaborada broma. No obstante, la escala de las emisoras -frecuencias diversas en distintos idiomas- hace que esa explicación parezca improbable. Fernández señala que un bromista tendría que invertir millones de dólares para comprar transmisores de radio.
Libretas de un solo uso: A pesar del halo de misterio que rodea al espionaje, se ha filtrado algo de evidencia sobre el propósito de las estaciones de números. En Estados Unidos, hace apenas cuatro años, se reveló que unos espías rusos utilizaban “transmisiones de radio cifradas”. “Hubo filtraciones anónimas, historias de personas arrestadas con radios y libretas de un solo uso (un tipo de algoritmo de cifrado), y otras piezas de evidencia, así como varios libros y revistas publicados en privado”, cuenta Fernández. Las libretas de un solo uso servían para tener un código que impedía que quien estuviera escuchando pudiera descifrar el mensaje.
En 1989, un espía checo fue arrestado en Reino Unido porque su equipo estaba fallando y se escuchaba en los apartamentos de otras personas. Y, “cuando el gobierno de Ceausescu colapsó, cesaron las transmisiones desde Rumania”, apunta el exfuncionario del GCHQ.
Sin rastro: Los expertos están seguros de que las emisoras numéricas aún existen, aunque en menor cantidad. “Al igual que otros trucos de espías, como fingir que uno está alimentando a los patos junto a un lago, las estaciones de números también siguen existiendo”, asegura el radioaficionado Al Bolton. “Es un método anticuado pero seguro”.
Lápiz y papel: aunque anticuado, es fácil de destruir. Las computadoras casi siempre dejan rastros, mientras que el papel y lápiz son fáciles de destruir. “El peligro con una computadora es que si te atrapan, es posible acceder a los datos, mientras que uno puede comerse una libreta de un solo uso o tirarla por el inodoro”.
En la redada de espías rusos de 2010 en Estados Unidos, los documentos presentados en la corte decían que estos habían usado “transmisiones de radio cifradas e información encriptada”, una pista que apunta a que quizás recibían sus órdenes a través de las emisoras numéricas en onda corta.
Si dudas… A pesar de todas las pistas, ningún gobierno o servicio de inteligencia ha admitido o negado oficialmente haber usado o usar las estaciones de números. “Cuando lanzamos el Proyecto Conet, algunas agencias de espionaje admitieron que ‘no eran para el consumo público’. Eso es lo más cercano a una admisión que hemos logrado”, dice Fernández.
Aunque los escépticos siguen desafiando a los entusiastas sobre el verdadero propósito de esas emisoras, lo cierto es que no son producto de la imaginación. Si no lo crees, “consigue una radio de onda corta, espera a que sea de noche y empieza a buscarlas”, aconseja Fernández. Y luego, escucha y asómbrate.
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