Recreación del planeta Kepler-186f / nasa
El científico de la Universidad de Oxford Andrew Snyder-Beattie ha alertado de que el descubrimiento de planetas habitables en el Universo no es una buena noticia para la humanidad, ya que “aumentan ligeramente el crédito de la extinción humana a corto plazo”, debido al concepto conocido como ‘el gran filtro’.
En un artículo publicado en ‘The conversation’, el experto valora el descubrimiento anunciado la pasada semana del primer planeta hallado en zona habitable con el mismo tamaño de la Tierra: Kepler-186f. A su juicio, lo que sí es noticia son las consecuencias del logro.
‘El gran filtro’ es un argumento que intenta resolver la paradoja de Fermi: ¿por qué no hemos sido capaces de encontrar una civilización alienígena tecnológicamente avanzada pese a que en nuestra galaxia existen miles de millones de sistemas solares donde podría evolucionar la vida Tal y como señaló el físico Enrico Fermi, parece bastante extraordinario que no se haya detectado una simple señal extraterrestre o no se haya vislumbrado un gran proyecto de ingeniería, dejando de lado a los teóricos de la conspiración OVNI.
“Esta aparente ausencia de prósperas civilizaciones extraterrestres sugiere que es sumamente improbable que se den todos los pasos necesarios pasar de un humilde planeta estéril a albergar una gran civilización interestelar. Y es que, aunque los astrobiólogos señalan que la vida podría ser algo muy común en el Universo, la inteligencia necesaria para alcanzar la capacidad de crear una tecnología avanzada podría ser extremadamente rara, así como que la vida inteligente tiene una tendencia natural a auto-extinguirse”, apunta el científico en el texto.
Estos dos planteamientos representan un cuello de botella para que surjan civilizaciones alienígenas en algunos de los miles de millones de planetas de la galaxia, y también es lo que se conoce como ‘el gran filtro’.
UN DEBATE QUE DURA 50 AÑOS
Esta teoría ha provocado debates durante los últimos 50 años, según ha apuntado Snyder-Beattie. Algunas explicaciones señalan una posible escasez de mundos similares a la Tierra y la carencia de moléculas auto-replicantes. Otras muestran una posibilidad algo mas real y más acorde con los estudios de los astrobiólogos –el salto necesario para pasar de una simple forma de vida de células sin partes especializadas, a la vida eucariota más compleja– que, según el experto, puede ser algo improbable, ya que en la Tierra se ha tardado más de 1.000 millones de años en dar ese paso.
Algunos defensores de esta teoría también argumentan que la evolución de la vida compleja requiere un número excesivamente grande de perfectas condiciones y casualidades. Además de que el mundo debe encontrarse en la zona habitable de su sol, la estrella tiene que estar lo suficientemente lejos del centro galáctico para evitar que la intensa radiación destruya cualquier forma de vida. Además, el sistema tiene que tener grandes masivos mundos gaseosos que actúen como escudos evitando que el planeta sufra un bombardeo continuo de asteroides.
“Y estos son sólo algunos de los pocos requerimientos previos para que surjan formas de vida compleja. Para que surja una civilización es necesario la aparición del lenguaje simbólico, esta vida ha de ser capaz de crear herramientas, de esta forma, para que surja una especie inteligente podría ser necesario que se den nuevas perfectas condiciones”, apunta el artículo.
Del mismo modo, apunta que, aunque en la Tierra no solo hay una especie inteligente (son varias las que han demostrado tener un nivel de inteligencia lo suficientemente elevado como para crear herramientas), su aparición “podría ser algo bastante extraño” o, también que “la vida inteligente emergente no tiene por qué sobrevivir durante mucho tiempo”.
Al respecto, Snyder-Beattie ha destacado cómo el ser humano realiza el consumo desmedido de recursos, la modificación del ambiente y su excesiva contaminación, unas consecuencias que, a su juicio, “podría dar lugar al colapso de la civilización”.
“Así que ya sabemos que un gran filtro podría impedir que surja una civilización interestelar prospera, pero desconocemos si es consecuencia directa de las actividades de dicha civilización, es decir, desconocemos si la humanidad ya ha alcanzado este gran filtro o lo haremos en el futuro”, ha apuntado.
TECNOLOGÍAS QUE APUNTAN A LA “AUTODESTRUCCIÓN”
Durante más de 200.000 años la humanidad ha sido capaz de sobrevivir a supervolcanes, grandes impactos de asteroides o pandemias de origen natural. Pero si se habla de su tecnología más destructiva, el historial de supervivencia se limita a unas pocas décadas. “Y eso por no hablar de las futuras tecnologías que podrían dar lugar a la extinción de la humanidad: la modificación genética, la robótica y otros avances que ni imaginamos podrían llegar durante este siglo abriendo la caja de pandora de la autodestrucción”, escribe el científico.
Para el experto, cuando inicialmente se propuso la Paradoja de Fermi, se pensaba que los planetas ya eran raros de por sí, sin embargo, desde entonces el hombre ha descubierto nuevos mundos, y los avances tecnológicos parecen indicar que tan solo se está viendo la punta del iceberg.
“Pero con cada nuevo descubrimiento de un planeta similar a la Tierra situado en la zona habitable, como Kepler-186f, se hace menos plausible la idea de que simplemente no existen otros planetas aparte de la Tierra en los que podrían surgir la vida”, ha indicado. Por lo tanto, el gran filtro simplemente podría indicar que aun no se han alcanzado las capacidades tecnológicas necesarias para encontrar otros ‘primos’ galácticos. Aunque el gran filtro podría estar al acecho en el camino entre un planeta habitable y una civilización floreciente.
Para el científico, si Kepler-186f albergase una civilización inteligente capaz de desarrollar una tecnología avanzada, entonces podría ser una muy mala noticia para la humanidad. Hasta ahora, no se ha detectado ninguna señal procedente de este mundo, así que este gran filtro podría haberse dado hace ya miles o millones de años, antes incluso del surgimiento de la humanidad.
“De ser así, podríamos esperar que en algún momento de nuestra existencia nos aguarda esa brutal catástrofe que acabaría con todos nuestros esfuerzos y esperanzas”, ha concluido Snyder-Beattie.
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