La esfinge de Giza, uno de los iconos más famosos del antiguo Egipto, no sólo sería mucho más antigua de lo que hasta ahora se creía, sino que en su origen, tendría otro aspecto bien diferente al que conocemos en nuestros días.
Los nuevos hallazgos confirman que la historia de la egiptología hay que reescribirla porque entre otros aspectos que se van sabiendo, la Esfinge es muy anterior a lo que nos han dicho, casi seguro que de épocas predinásticas aunque luego fuera reutilizada por los faraones.
En 1991 un equipo de la Universidad de Boston dirigido por el geólogo Robert Schoch, dió a conocer un estudio que retrasaba la construcción de la esfinge en varios miles de años. Mediante la utilización de sondas y micrófonos especiales, los geólogos norteamericanos llegaron a la conclusión de que la zona delantera del monumento y parte de las paredes del foso que la rodea, presentan una erosión de dos metros de profundidad provocada por las lluvias. En la época de Kefrén, supuesto constructor de la esfinge, la región era un desierto.
La única explicación hay que buscarla en un clima especialmente húmedo entre el año 5000 y 7000 antes de Cristo. En su obra “Escrito en las Rocas” (2002) Robert Schoch dice que la esfinge fue construida en dos secuencias: primero fue esculpida en la roca pero no terminada, y luego se remodeló y remató en tiempos de Kefrén. Fue esta “protoesfinge” la que se erosionó por las grandes precipitaciones de esa época, que según los cálculos de Schoch, debió ser en el 5000 a.C. o quizá anterior.
Otra de las teorías es de los investigadores británicos Johnathan Foyle y Colin Reader, para ellos la esfinge fue construida miles de años antes de lo que se pensaba y tendría, en su primera fase, la cara de un león o de un chacal. Los estudios realizados hasta ahora databan la construcción de la esfinge en el año 4.500 antes de Cristo, es decir, poco después de la construcción de la primera pirámide. Reader, que ha utilizado las más modernas técnicas digitales de investigación, ha llegado a la conclusión de que es mucho más antigua “quizá dos o tres mil años”. La erosión de los materiales con los que está construida la esfinge, la mayor estatua monolítica del mundo, es mucho mayor que la que se aprecia en los monumentos del entorno. Los habitantes de la zona, en los siglos posteriores, modificaron el aspecto de la esfinge ya que la proporción entre las patas y el rostro pétreo del faraón que ahora ofrece, no es desde luego la correcta.
El profesor Foyle asegura que la cabeza «fue remodelada hasta convertirla en la del faraón Kefrén”. Entre los primeros egipcios era el símbolo más importante del poder, más que el rostro humano aunque fuera el de una divinidad faraónica.
También R. Waters sugiere que la esfinge original fue tallada originalmente como un león completo varios milenios antes de que las pirámides fuesen levantadas. Fueron esos constructores de pirámides quienes posteriormente reconvirtieron la cabeza del león en una cabeza humana, reduciendo necesariamente su tamaño relativo al cuerpo. (Waters, Richard; “The Lion King,” Fortean Times, p. 54, no. 91, Octubre 1996).
Robert Temple, es licenciado en estudios orientales y sánscrito autor americano conocido por su polémico libro “El Misterio De Sirio” publicado en 1976, publicó en el año 2009 el libro “El misterio de la esfinge: los orígenes olvidados del santuario de Anubis “ otra teoría más pero con datos interesantes.
Temple utiliza la estrategia del método científico, observación ante todo. Cuenta que la primera vez que vio la esfinge se dijo que “no luce para nada como un león”.
Pero según Temple resulta que esa idea leonina parece no venir de su origen, sino de leyendas posteriores quizá originadas con la primera reforma-restauración que hizo Tutmosis IV más o menos en 1400 a.C. Ya en esa época lo más probable es que la esfinge estuviese enterrada en arena hasta el cuello como estuvo hasta fines del siglo XIX.
Todo el mundo está de acuerdo en que la cabeza de la esfinge es muy pequeña en relación con el cuerpo, lo cual podría ser un error de los escultores o bien una pista de su forma original. Temple vio en el cuerpo similitud con el de un perro, de allí a encontrar la idea de que la esfinge representaba originalmente a Anubis, un dios guardián de los muertos, no es tan alocada. Sería el protector de la necrópolis de Giza y bien podría haber sido construida por Kefrén, pero habría sido transformada-reutilizada en varias ocasiones, cosa que es tradición entre los egipcios.
Temple supone que la famosa erosión sufrida por la esfinge se debe a que estaba situada en una laguna cuyos bordes todavía están visibles y dan esa impresión de “pozo” que la rodea.
Temple hace una investigación a fondo de las referencias históricas a la esfinge, así que no sólo se trata de intuición. Un punto fuerte es que la esfinge con cabeza humana, según él, no fue utilizada en el Imperio Antiguo, sino a partir de 2000 a.C., y supone que la cabeza fue realizada por algún faraón del Imperio Medio.
Para encontrar cuál podría ser la cabeza de la esfinge, el escrito Ludwig Borchardt (el mismo que descubrió el busto de Nefertiti), hizo un análisis de las bandas del tocado (nemes) de la esfinge y encontró que el arreglo se corresponde únicamente con el estilo de la XII dinastía, y lo atribuyó a Amenemhet III. Sin embargo, Temple cree que la similitud es mayor con Amenemhet II. Una pequeña escultura-esfinge de Amenemhet II conservada en el Louvre muestra una disposición de las bandas, pintura de los ojos y estructura del rostro muy similar. Otro artículo, de Biri Fay (The Louvre Sphinx and Royal Sculpture from the Reign of Amenemhet II), llega a la misma conclusión pero ella cree que fue Amenemhet quién copió el rostro de la esfinge para su escultura. Temple supone, al contrario, que fue este faraón el que transformó la cabeza de la esfinge para darle”humildemente” su imagen.
Frank Domingo, un oficial forense del Departamento de la Policía de Nueva York, especializado en arte y en reconstrucciones faciales, trabajó a comienzos de los años noventa con el investigador John Anthony West, para ayudarle a desvelar el enigma del rostro de la Esfinge. Analizó la estatua de diorita del faraón Kefrén que fue encontrada, precisamente, en el templo de la Esfinge y después de compararla con la de la Esfinge llegó a la conclusión de que estas dos obras de arte tomaban como modelos a individuos diferentes, es decir, que su semejanza no tenía ningún fundamento ya que eran dos personajes totalmente distintos.
Acercarse al asunto de la esfinge no es precisamente una tarea sencilla. Entre la versión oficial que atribuye su construcción y el modelo de su cara a Kefrén, por un lado, y los que dicen que fue construida hace más de diez mil años cuando no existía civilización conocida en Egipto, por otro, hay un abanico de teorías que sirve para poco más que echarle aire a cualquier intento de razonamiento.
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