En la inmensidad cósmica, el brillo de las estrellas ha fascinado a los seres humanos desde la antigüedad. No obstante, en el firmamento hay misterios que escapan a nuestro entendimiento, como estrellas que se esfuman sin dejar rastro. Este fenómeno ha sido objeto de estudio por Beatriz Villarroel, del Instituto Nórdico de Física Teórica, quien lideró el proyecto VASCO. Su meta es investigar estas estrellas fugaces del cielo nocturno. El proyecto reveló un conjunto de estrellas cuya desaparición no se puede explicar con teorías tradicionales. Por ejemplo, nueve objetos transitorios que orbitaban la Tierra en 1950, antes de la era de los satélites.
El equipo de VASCO analizó imágenes históricas y actuales, descubriendo que muchas estrellas visibles antes ya no lo están. Si bien algunos casos se deben a procesos naturales, hay cerca de cien estrellas cuyo destino sigue siendo un enigma. Las hipótesis sobre su desaparición varían desde la evolución a supernovas hasta la absorción por agujeros negros. Una de las teorías más intrigantes es que podrían estar ocultas por estructuras alienígenas avanzadas, como las esferas de Dyson.
Aunque es una idea especulativa, plantea la emocionante posibilidad de no estar solos en el universo. El equipo de VASCO también busca señales de tecnología avanzada que puedan indicar la existencia de civilizaciones antiguas en el cosmos, como propiedades únicas que sugieren un origen no natural, incluyendo láseres de comunicación y megaestructuras que podrían ocultar o extinguir estrellas.
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