Abezethibou: el demonio que se enfrentó a Moisés.
Abezethibou —además llamado: Abezethibod— es un enigmatico demonio que, según los mitos hebreos, se alió con el poderoso Belcebú, el Señor de las Moscas, durante la Primera Guerra Celestial y se transformó en un prestigioso general de los ejércitos infernales.
Aquella caída tuvo sus consecuencias.Abezethibou perdió una de sus flamantes alas rojas bajo la espada del arcángel Miguel, jefe de las huestes de ángeles fieles a Dios.
Por aquel por lo tanto, cuando aun era un notable ángel de los vientos, Abezethibou gobernaba sobre una insólita región del firmamento conocida como Amelouth.
Según el Testamento de Salomón, tras la caída Abezethibou se dedicó a investigar a fondo el corazón de los hombres, incluso que los jerarcas del infierno le encomendaron una misión de vital importancia: introducirse en la corte de los faraones de Egipto para transformarse en su consejero.
A pesar de los arriesgado de esa misión, Abezethibou lo consiguió.
No solo aconsejó al faraón en delicados asuntos de estado, sino que endureció su corazón y lo convenció de perseguir a los israelitas durante la huida de Egipto, liderados por Moisés.
Para ello empleó a dos de sus más devotos servidores: Jannes y Jambres, dos poderosos nigromantes egipcios que aprendieron su nefasto arte del mismísimo Abezethibou y que se enfrentaron a Moisés y Aaron.
Abezethibou aun conservaba cierto poder sobre los vientos; de modo que satisfizo los encantamientos y conjuros de los magos egipcios y voló en seguida al Mar Rojo. Interceptó a los hebreos justo cuando Moisés abría las aguas, pero a pesar de toda su astucia quedó inmovilizado en uno de los muros líquidos del Mar Rojo.
Demasiado tiempo después del Éxodo, el rey Salomón recibió un notable regalo del arcángel Miguel: un anillo mágico, cuyas propiedades lo hacían amo y señor de todos los demonios. Salomón lo empleó para que los réprobos lo ayudaran a levantar su santuario, pero además para satisfacer su curiosidad.
Cierto día, el soberano Salomón entrevistó a Belcebú, que no pudo resistir la fuerza del anillo y, en consecuencia, se vio obligado a decir la verdad sobre de todo lo que se le preguntaba.
Allí testificó que Abezethibou era uno de sus más fieles subalternos en el firmamento y que lo condujo además durante la caída. Intrigado,Salomón quiso conocer su cronica y Belcebú, a desgano, le contó que Abezethibou fue uno de los gobernantes de los vientos en Amelouth, el «primer firmamento»; región celestial sobre la que poco y nada se conoce.
El Testamento de Salomón nos deja un epílogo inquietante.
Como ya se ha mencionado, el anillo mágico de Salomón obligaba a los demonios a decir siempre la verdad, de modo que su una declaración puede tomarse como un presagio de lo que vendrá.
Anteriormente de ser excusado, Belcebú sostuvo frente al soberano que Abezethibou incluso duerme bajo las aguas del Mar Rojo, pero que regresará, cuando esté listo, para saldar cuentas con los herederos de Moisés