¿Qué pasa después de la muerte? ¿Existe alguna forma de vida más allá de nuestro cuerpo físico? ¿O simplemente dejamos de existir? Estas son algunas de las preguntas que han intrigado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Muchas religiones y filosofías han ofrecido sus propias respuestas, basadas en la fe, la razón o la experiencia. Sin embargo, la ciencia también ha intentado abordar este misterio, desde diferentes perspectivas y con distintos grados de éxito.

Una de las teorías más fascinantes y controvertidas que han surgido en el ámbito científico es la que propone que la muerte no es más que una ilusión, y que nuestra consciencia podría seguir viviendo en otros universos paralelos al nuestro. Esta idea se basa en los conceptos de la física cuántica, que sugieren que la realidad no es única ni determinista, sino que está compuesta por infinitas posibilidades que se actualizan según la observación.El principal defensor de esta teoría es Robert Lanza, un médico, científico y filósofo estadounidense que ha desarrollado el biocentrismo, una visión del mundo que sitúa a la vida y la consciencia como los pilares fundamentales del universo. Según Lanza, la muerte no es el final de nuestra existencia, sino una transición a otro nivel de realidad. Nuestra energía y nuestra información no se destruyen, sino que se transforman y se trasladan a otros universos alternativos, donde podemos experimentar otras versiones de nuestra historia.

Lanza se apoya en las evidencias que han aportado diversos experimentos y observaciones científicas, que han demostrado la existencia de fenómenos cuánticos como el entrelazamiento, la superposición, el efecto túnel o el desdoblamiento. Estos fenómenos implican que las partículas subatómicas pueden estar en varios estados o lugares al mismo tiempo, comunicarse instantáneamente a distancia, atravesar barreras imposibles o crear copias de sí mismas. Estas propiedades podrían aplicarse también al nivel macroscópico, dando lugar a la hipótesis del multiverso, que postula que hay múltiples universos coexistiendo con el nuestro, cada uno con sus propias leyes físicas y su propia historia.

Algunos científicos han encontrado indicios de la existencia de estos universos paralelos, como Ranga-Ram Chary, que detectó una anomalía en el fondo cósmico de microondas, que podría ser el vestigio de una colisión entre nuestro universo y otro. Otro ejemplo es el de Stephen Hawking, que usó la física de partículas para explicar cómo se originó el universo a partir de la nada, y cómo se podrían haber generado otros universos a partir de las fluctuaciones cuánticas.

Si aceptamos la posibilidad de que hay otros universos paralelos, entonces también podríamos aceptar que nuestra consciencia no está limitada a nuestro cuerpo ni a nuestro universo, sino que es una entidad que trasciende el espacio y el tiempo. Nuestra consciencia sería el resultado de la interacción entre nuestra información y la información del universo, y podría existir en diferentes niveles de realidad. Cuando morimos, nuestra consciencia no desaparece, sino que se libera de las restricciones de nuestro cuerpo y de nuestro universo, y se conecta con otros universos donde podemos seguir viviendo.

Esta teoría, por supuesto, plantea muchas preguntas y desafíos, tanto desde el punto de vista científico como desde el filosófico y el ético. ¿Cómo podemos probar la existencia de otros universos y de nuestra consciencia en ellos? ¿Qué criterios rigen la selección de los universos a los que accedemos después de la muerte? ¿Qué implicaciones tiene esta idea para nuestra identidad, nuestra moral y nuestro sentido de la vida ¿Es esta teoría una forma de escapar de la realidad o de ampliarla

Estas son algunas de las cuestiones que nos invita a reflexionar Robert Lanza con su teoría de la muerte como una ilusión. Una teoría que, más allá de su veracidad o falsedad, nos abre la mente a nuevas posibilidades y nos hace cuestionar nuestras creencias y nuestras certezas. Una teoría que, en definitiva, nos hace pensar sobre el misterio de la vida y de la muerte, y sobre el papel que jugamos en este maravilloso y complejo universo.

 

Por jaime