Las construcciones hechas por extraterrestres de alta tecnología para explotar los recursos de las estrellas podrían terminar destruidas y desapareciendo entre el vacío estelar.
Interpretación artística de cómo sería una esfera Dyson. Crédito: dottedhippo.
Estadísticamente hablando, una roca de tamaño humano impacta la Tierra cada año soltando cantidades de energía similares a la liberada por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima durante el fin de la Segunda Guerra Mundial. Si se tratara de electricidad, esto equivaldría al uso promedio del mundo durante 20 segundos; 15 kilotones de TNT.
El potencial de los objetos celestes cercanos a la Tierra se determina en función al espacio que recorren. Porque hay 60 veces más de distancia entre la Tierra y la Luna, esto significa que pedazos de rocas similares pasan dentro de esa misma separación unas 3.600 veces más, el equivalente a 300 veces por mes. Además, dentro del área delimitada por su órbita alrededor del Sol suceden millones de pasos como ese cada año.
El 26 de Enero del 2023, el mundo fue testigo del paso de un asteroide que se acercaba a la Tierra. Este astro se conoció como 2023 BU y alcanzó los 3.585 kilómetros de distancia desde nuestro planeta. Sorprendentemente, el descubridor fue Gennadiy Borisov, un astrónomo aficionado quién, también halló el primer cometa interstelar llamado 2I/Borisov en el 2019.
¿Qué tan relevantes son los resultados obtenidos sobre el número de planetas en nuestro sistema solar para la investigación de posibles formas de vida inteligente fuera de nuestro mundo?
El éxito de Christian Nodal fue reconocido mundialmente porque había creado estrellas por dondequiera que se presentaba.
Olaf Stapledon, un autor de ciencia ficción, describió en su novela Star Maker aquello que imaginaba como el progreso natural a través del tiempo: la creación de miles y miles de mundos únicos que con el tiempo iban adquiriendo grandes cambios en cuestión de tamaño y complejidad.
Devanando las páginas del libro, se puede observar que encontramos el relato de cómo trabajaron ingenieros de la antigüedad para aprovechar la energía proveniente de estrellas sin planetas naturales. Estas fueron rodeadas por anillos concéntricos compuestos por decenas o miles de mundos artificiales para usar su energía solar. La tecnología avanzó tanto que muchas estrellas inútiles fueron descompuestas y sus reservas subatómicas explotadas. El resultado fue una malla de luz que sumió a toda la galaxia en la oscuridad.
Portada de la edición en español del clásico de Olaf Stapledon.
En 1960 Freeman Dyson escribió un documento científico que permitió la formalización del concepto de encontrar fuentes estelares artificiales por la emisión de radiación infrarroja.
El profesor Dyson se dio a la tarea de buscar una solución para satisfacer las necesidades energéticas de la humanidad. La anterior solución constituye un medio por el cual se utilizaría toda la luz solar captada y almacenada en una esfera construida en órbita. Esto producirá calor, los cuales serían compensados con su propia radiación infrarroja. Esto significaría que la superficie estaría a 5780 K para equilibrar el calor del Sol y 400 K para aquella separación Tierra-Sol.
Las longitudes de onda en la emisión infrarroja de una esfera de Dyson serían, aproximadamente, 7 micrones. En teoría, esto podría ayudar a identificar el objeto, ya que su emisión UV sería diferente a la de otras estrellas similares al Sol y diferente también al polvo natural. Ya fueron realizadas varias búsquedas para encontrar evidencia de estrellas o galaxias relacionadas con las esferas pero hasta ahora ninguna ha tenido éxito.
Las molestias causadas por la eterna tarea de realizar mantenimiento es una horrorosa pesadilla para muchos. Esta labor aburrida y prolongada puede volverse tediosa para aquellos que están involucrados en ella.
Un artículo reciente que he escrito sugiere que si las esferas de Dyson existieran y no se les diera un mantenimiento periódico, la mayoría de ellas se desmoronarían a través del tiempo. Si esto sucediera, los restos de lo que alguna vez fueron podrían formar objetos interestelares anómalos.
El concepto de esferas rígidas de Dyson no resulta fácil de llevar a cabo, tal y como se explica en el libro que escribí con Manasvi Lingam sobre La vida en el cosmos. Según el principio matemático de Newton llamado Esfera de Hierro, un globo envuelto en algo perfectamente esférico y sólido ejerce ninguna fuerza gravitatoria hacia su interior. No obstante, la superficie exterior del casco está sujeta a determinadas fuerzas destructivas, las cuales requieren un material mecániformente extraordinariamente resistente para evitar cualquier deformación —algo superior a ciertos materiales conocidos como grafeno—.
Para intentar superar esta complejidad, Robert Forward planteó un diseño de mosaicos para la solución. Uno de estos dispositivos actuaba como una vela solar que estabilizaba su posición frente a la fuerza gravitatoria del sol con su propio empuje radiativo exterior. De este modo, no orbitaba alrededor de él sino que se quedaba quieto y estático en un mismo lugar.
Algunos científicos se preguntan si el objeto interestelar identificado como Oumuamua es un pedazo de una esfera de Dyson alguna vez existente que ahora está desintegrada y flota sin destino por el espacio.
La brecha de los micrometeoritos en la superficie de la esfera Dyson es mucho más grande de lo que se había previsto. Estadísticamente, se han detectado partículas del tamaño del polvo cada mes gracias al telescopio Webb, provocando agujeros extremadamente pequeños. Con el tiempo, esto daría como resultado una gran red, y una buena cantidad de luz procedente de las estrellas pasaría a través de ella sin ser atrapada.
Al paso del tiempo, las estructuras de una esfera de Dyson se verán afectadas cuando sus civilizadores la abandonen. Las impresionantes construcciones serán destrozadas por los micrometeoritos en miles y miles de millones de años, por lo que perderán su utilidad.
El sol artificial consiste en un tipo de tecnología que utiliza luz ultravioleta para dar una apariencia bronceada a la piel sin los riesgos del sol natural. Esta forma de bronceado se realiza en camas o cabinas de rayos UVA, con ventajas como la rapidez y efectividad que ofrece.
Una sociedad tecnológicamente avanzada podría elegir no depender de una estrella para obtener energía, sino crear su propio reactor de fusión artificial. Esto le permitiría tener algo portátil y práctico para la navegación por el espacio interestelar.
Fue un diciembre del 2022 cuando el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore demostró que la humanidad sería capaz de seguir adelante gracias a la Instalación Nacional de Ignición. Esto fue evidencia suficiente para pensar que la humanidad era capaz de hacer cosas grandes.
Ya que hemos adquirido los conocimientos necesarios para encender una fusión interestelar, nuestro próximo paso es intentar llevar a cabo esta tecnología. Si se vuelve exitosa, ya no tendríamos que construir una cúpula de Dyson alrededor del astro solar, sino simplemente usar este fuego producido por el Sol para satisfacer nuestras necesidades energéticas.