Los mayas disponían de unos conocimientos astronómicos muy avanzados para su tiempo. Los arqueólogos afirman que llegaron a ellos mediante observaciones milenarias. Pero al hacerlo parecen olvidar que el espacio geográfico y climatológico en que vivían los mayas no permitía la observación del cielo de una forma lo suficientemente precisa.
La húmeda vegetación desprendía vapores que formaban una campana de bruma sobre la selva. Las densas nubes tropicales de lluvia impedían una visión clara del cielo por lo menos durante seis meses al año.
Se afirma que los sacerdotes mayas observaban el cielo desde la cúspide de las pirámides, cuando la realidad es que éstas fueron erigidas con posterioridad, ya que se basan en el calendario. Pese a ello, en el llamado Códice de Dresde, un escrito de origen maya, se exponen ciertos puntos de referencia que se repiten sólo cada 6.000 años.
En la antigua ciudad maya de Patinamit, sede de los indios cachiquel, el español Francisco Antonio de Fuentes escribió en 1700 que los jueces se reunían para pronunciar sus sentencias en torno a una sustancia reluciente que parecía vidrio pero cuya verdadera naturaleza era desconocida.
Dichas sentencias debían ser consultadas con el oráculo, en un barranco del valle había una piedra negra y translúcida en cuya superficie se aparecía la divinidad y confirmaba la sentencia. Si no se aparecía, el acusado era inocente. El oráculo también era consultado sobre la guerra y la paz.
En la historia de nuestra civilización, los grandes astrónomos de todos los tiempos han realizado predicciones e interpretaciones que con frecuencia han resultado erróneas, pero en su época fueron publicadas y discutidas. Las observaciones mayas no cometen nunca un error y están presentes desde un principio y totalmente acabadas, como si les hubiesen sido dadas en lugar de llegar a ellas progresivamente.
Su aproximación a la órbita exacta de Venus daba un error de un día en 6.000 años. Su calendario era incluso más exacto que el nuestro actual. Sus tablas de eclipses se remontaban cientos de años atrás y preveían con exactitud lo que iba ha suceder después de cientos de años. En sus códices se estudian las órbitas de Marte, Júpiter y sus lunas, Mercurio, Saturno, Venus, la Luna, la Estrella Polar y las constelaciones de Orión, Géminis y las Pléyades.
Además establecen los puntos de referencia de los planetas entre sí e incluso sus respectivas posiciones respecto a la Tierra. Cifras astronómicas de 400 millones de años y periodos sobre los años de Mercurio, Venus, Tierra y Marte con 135.200 días.
Y por supuesto todo esto sin telescopios ni objeto alguno de metal, como corresponde a un pueblo neolítico.
La mayor parte del legado escrito de los mayas fue destruido, sistemáticamente por los misioneros españoles en su afán colonizador. Montañas de códices fueron quemados para obligar a los infieles a mantenerse en la verdad que portaban los conquistadores.
¿ Como los mayas podían ver el universo con esa exactitud, sin ningun tipo de telescopio ?. El misterio sigue abierto…